Es el dinero que puso el Central para pagar los contratos de dólar futuro . Muchos inversores hicieron el negocio de su vida: ganaron fortunas sin poner un solo centavo.

Las millonarias ventas de dólar a futuro que realizó el ex presidente de Banco Central, Alejandro Vanoli, entre julio y noviembre de 2015, con vencimiento concentrado hasta abril del año siguiente, generaron un perjuicio millonario para el Estado nacional. El Banco Central se vio obligado a pagar un total de 54.000 millones de pesos a lo largo del primer semestre del año pasado para hacer frente a las pérdidas, por las diferencias de cambio.

Según se desprende de la investigación que llevó adelante el juez Claudio Bonadío, al finalizar el mandato de Cristina Kirchner había posiciones abiertas en futuros por USD 18.000 millones, vendidos a través del Rofex y el Mercado Abierto Electrónico, los dos mercados habilitados para estas operaciones. Esos contratos correspondían a un solo vendedor, el Banco Central, y cientos de compradores que aprovecharon la oportunidad.
Vanoli había decidido la venta sin límite de futuros para disminuir al mínimo la pérdida de reservas. En vez de vender dólares al contado los ofrecía vía futuros, a un precio al que no se podía perder: $10 por dólar, cuando el tipo de cambio ya se ubicaba en $9,50 y en el mercado informal se operaba entre los 14 y los 15 pesos. Un negocio en el que era imposible perder pero que además ofrecía la perspectiva de una ganancia millonaria, que finalmente se obtuvo.

Para comprar 100.000 dólares en futuro alcanzaba con entregar bonos por 10.000 en garantía. Quienes lo hicieron ganaron 400.000 pesos en menos de seis meses
La Justicia debe dilucidar si Vanoli actuó solo o por orden del ministro de Economía, en aquel momento Axel Kicillof, y de la entonces Presidente de la Nación, Cristina Kirchner, que fue elevada a juicio oral por esta investigación.

Cómo surgieron las diferencias de cambio

Lo más sorprendente es que quienes obtuvieron las millonarias ganancias comprando dólares futuro no invirtieron un solo centavo. Alcanzaba con entregar en garantía un 10% del valor del contrato con bonos.

Por ejemplo, para comprar USD 100.000 en futuros alcanzaba con entregar títulos por USD 10.000 en garantía. Quienes lo hicieron se ganaron entre 300.000 y 400.000 pesos en menos de seis meses. Pocos negocios en la historia financiera mundial resultaron tan lucrativos y con un riesgo extremadamente bajo.

Con la devaluación tras la salida del cepo, se produjo la millonaria pérdida para el BCRA y como contrapartida una sideral ganancia para los inversores. Fue uno de los trasvasamientos de riqueza más alevosos y rápidos de la historia argentina.

Pudo haber sido aún peor. El titular del BCRA, Federico Sturzenegger, impuso una quita de entre 1 y 1,5 pesos por contrato para achicar las pérdidas que debía asumir el Gobierno recién asumido. Sin esa quita «negociada», el BCRA tendría que haberles pagado a los inversores nada menos que $65.000 millones, es decir 11.000 millones de pesos más.

Otro aspecto que jugó a favor fue la caída del dólar a partir de marzo, que tras llegar a 16 pesos terminó bajando a 14 pesos por divisa. Esto que permitió que no hubiera tanta diferencia entre el valor pactado en los futuros y el precio de la divisa.

Uno de los temas que surgirán inevitablemente en el juicio oral pasará por la necesidad o no de la devaluación de diciembre. Desde el Gobierno sostendrán que en realidad fue la consecuencia inevitable de la liberación del cepo cambiario. En otras palabras, que se sinceró lo que ya venía sucediendo hace muchos meses.

Sin embargo, las ex autoridades argumentarán que ese salto cambiario se podría haber evitado. El ex candidato presidencial Daniel Scioli argumentaba que él no hubiera alentado una devaluación, sino una adecuación gradual del tipo de cambio, lo que hubiera reducido las pérdidas del Central.

La expansión de pesos por otra parte fue enorme y prácticamente equivalió a 10% de la base monetaria. Semejante dinero volcado al mercado obligó al BCRA a salir a absorber dinero de urgencia para evitar mayores efectos sobre la inflación, lo cual además le generó costos adicionales. Pero en realidad esa expansión monetaria también es una parte de la explicación del salto inflacionario del primer semestre del año pasado.