Tal vez porque a orillas del Paraná se encuentra el mayor polo aceitero del mundo, o porque se sitúa en el corazón de la pampa húmeda; la ciudad de Rosario se ha convertido en un centro de alcance global de tecnología de punta para el campo. En ese ámbito, donde el trabajo es un deporte de equipo que potencia la producción, no solo hay empresas como Bioceres, lista para salir a la Bolsa o científicos como Raquel Chan, que descubrieron el primer gen de resistencia a la sequía en las plantas. También, emprendedores que, sin ser estrellas, construyeron plataformas inteligentes en la web que tallan en el comercio de granos. Ya le pisan los talones a las multis del sector.

Es el caso de fyo (futuros y opciones) creada por Alejandro Larosa y Maximiliano Landrein que conservan el management y el 20%. Otro 20% pertenece al rosarino grupo Rosental y el 60% a Cresud. Se trata de un mercado on line para la comercialización de granos y ventas de insumos que creció hasta financiar a productores (US$ 30 millones la última campaña) y poseer plantas de acopio. Fyo exportó en la última campaña 3 millones de granos y concretó 2 millones en contratos de futuro. Están en el top five de las exportadoras. Vendieron US$ 20 millones en insumos.

“Las nuevas generaciones y la penetración de internet en el campo favorecen este ecosistema de agronegocios digital”, explica Larosa.

Pero hay más. Acaban de lanzar Agrofy imaginado como un mercado virtual que conecta a productores y empresas de manera directa. Una especie de Mercado Libre para el campo, donde puedan realizarse operaciones sin intermediarios entre fabricantes y productores, desde maquinaria agrícola a semillas. Como en los sitios que se dedican al turismo, el sistema prevé la reputación on line para ayudar a una mejor selección de acuerdo a la opinión de los usuarios. La idea, cuenta Larosa, es desembarcar en Brasil y en Estados Unidos.

Agrofy gatea desde hace dos meses y ya tiene 600 empresas que venden por el sitio y más de 300.000 productores que y hacen negocios Por cierto, desde ese tronco están surgiendo otras firmas como Amauta, un nombre en honor al maestro quechua que enseñaba a cultivar los suelos: se dedicará a la producción de bioestimulantes para la semillas, productos biólogicos y fertilizantes especiales.