Fueron 200 millones de billetes, todos de $ 100. Es en el marco del acuerdo pautado con los bancos para que no cobren por depósitos en efectivo a empresas hasta el 1 de septiembre y evitar así un impacto inflacionario

El Banco Central cumplió con su parte. La Casa de la Moneda destruyó $ 20.000 millones durante marzo: fueron 200 millones de billetes de $ 100 deteriorados. Por lo tanto, el pacto con los bancos sellado a fin de febrero sigue en pie, en virtud del cual ellos se comprometen a no cobrar por depósitos en efectivo a empresas hasta el 1 de septiembre y, en paralelo, el BCRA acelerará el proceso de destrucción de billetes que hoy el sistema financiero considera excesivos o innecesarios.

Las entidades habían mandado cartas a sus clientes empresas avisándoles que les iban a cobrar el 1%, ya que estaban excedidos de «físico» porque el BCRA no se los tomaba. Al recibir la notificación por parte de los bancos, varias cámaras (supermercados, distribuidores, combustibles, bebidas) fueron al reclamar al Central que ese costo debían trasladarlo a los precios, con lo que podría haber un impacto inflacionario. Para evitar una suba de precios, el BCRA hizo esta tregua con los bancos. Entonces, habilitó dos turnos de ocho horas en la Casa de la Moneda para ese fin, gracias a una ampliación y optimización del uso de la máquina de destrucción de billetes que compraron los bancos.

Se estableció una destrucción de 10 millones de billetes por día (contra 6 millones que venían destruyendo), que sumarían $ 1000 millones en caso de ser todos de $ 100, pero las entidades tienen billetes de baja denominación (de $ 2 y de $ 5) en pésimo estado que ya ni se pueden usar y les ocupan mucho lugar, por lo que no les conviene tenerlos, ya que les ocupa mucho espacio físico en las bóvedas. Como la capacidad de destrucción de billetes venía siendo muy escasa, aún no se habían podido desprender de ellos.

Desde ya, no todos los bancos tienen las mismas necesidades, ya que hay entidades públicas que pagan jubilaciones y planes sociales que necesitan más «físico» que otras. Lo cierto es que la cifra pactada surge porque es el monto que los bancos tienen en circulante en sus tesoros y no pueden incluirlo en la posición de efectivo mínimo. Por ejemplo, los fondos que las empresas tenían en cuenta corriente no los podían colocar en tasas activas.

El plazo de 180 días fue propuesto por el Central y aceptado por los bancos. En ese período acordado, se discutirá la implementación de medios electrónicos de pago, de alternativas diversas que reemplacen el efectivo, con costos muy reducidos. Eso abre la puerta a nuevos negocios para los bancos, en los que el reemplazo del efectivo por el dinero electrónico será el protagonista principal. En el caso particular de las recaudadoras, la idea es que reciban pagos por vía electrónica. Eso reducirá el cash que manejan y, en consecuencia, las eventuales comisiones que tienen que pagar por depositar.

La premisa es que el que esté en blanco consuma en blanco: que los jubilados y beneficiarios de planes sociales empiecen a usar más los canales electrónicos. A su vez, que los comercios minoristas tengan las terminales para poder cobrar con tarjeta, por eso el incentivo de dársela gratis por dos años. Lástima que justo eliminaron la devolución del 5% del IVA, que era un beneficio concreto.