«El tipo de cambio se mantendrá retrasado», reconocen funcionarios del Gobierno. Si bien en el entorno del presidente Mauricio Macri admiten que el valor actual del dólar dificulta las posibilidades de exportación de distintos sectores y alienta la competencia de las importaciones, consideran de todas formas que se trata de un fenómeno «inevitable».

Las razones son que «en el corto plazo, el nivel del tipo de cambio es el resultado del juego de la oferta y la demanda y lo que hoy tenemos es abundancia de dólares», precisan fuentes oficiales. Ante la lógica pregunta en el sentido de que el tipo de cambio puede afectar a algunos sectores productivos, se admite que «a algunos sectores les será difícil competir y el crecimiento será desigual, pero no hay alternativa. Es un tema de oferta y demanda».

En este sentido, Argentina ofrece rendimientos todavía atractivos como para captar fondos especulativos. «Somos uno de los pocos mercados emergentes que podemos sortear los problemas que genera el efecto Trump», acotan. Al respecto, explican que la deuda soberana del país cotiza en torno al 6,5% anual, es decir, unos cuatro puntos por encima del rendimiento de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Se trata de una diferencia importante, ya que otros países de la región ofrecen sólo cerca de un punto por encima de la deuda norteamericana.

La oferta de dólares en el país también estuvo alimentada por el masivo ingreso de fondos resultantes del blanqueo de capitales, al punto que las últimas estimaciones oficiales señalan que podría lograrse un récord de declaraciones por más de u$s120.000 millones que los argentinos mantenían ocultos. Además, en pocas semanas comenzarán los ingresos de los dólares de la nueva cosecha gruesa, con lo que la fluida oferta de divisas parece asegurada.

En realidad, las autoridades reconocen que este escenario estaba dentro de las previsiones del equipo económico. «Siempre que un país pasa de un Gobierno no amigable con los mercados a otro amigable sufre una apreciación cambiaria de 20% al 25%, según muestra la experiencia internacional», confiaba una alta fuente de la Casa Rosada. La explicación es simple: «Primero vienen los capitales especulativos y luego las inversiones productivas y el ingreso de dólares no se puede parar».

En rigor, el ingreso de dólares también está alentado por tasas de interés que superan la devaluación esperada por el mercado. Sin embargo, en el Gobierno dicen que «es el costo que tendremos que pagar para bajar la inflación, al menos por un tiempo».

Los analistas privados coinciden en que el dólar correrá por detrás de la inflación. Según la encuesta de expectativas que realiza el Banco Central, el tipo de cambio se ubicaría hacia fin de año en $18,40, con una devaluación en el año del orden del 16%, por debajo del 20% o más de inflación que proyectan los privados.

«Los tres pilares del esquema macroeconómico implementado por el Gobierno de Macri (política monetaria contractiva, gradualismo fiscal y apertura externa) llevan a un escenario de atraso del tipo de cambio con endeudamiento», según Lorenzo Sigaut Gravina, de Ecolatina. En el corto plazo, la política monetaria contractiva del Banco Central para reducir la inflación se traduce en tasas de interés en dólares elevadas que atraen capitales financieros (efecto «carry trade»), explica el economista.

Asimismo, la reducción gradual del déficit cubriendo el rojo con endeudamiento para morigerar la asistencia del Banco Central al Tesoro implica un mayor influjo de financiamiento externo. Por último, concluye Sigaut, la apertura externa (comercial y financiera) ayuda a cerrar el déficit fiscal y apuntalar la inversión extranjera.

Por su parte, el economista Miguel Bein en su informe coincide con la perspectiva de la apreciación del peso con el propósito de asegurar una recuperación del poder adquisitivo de la población. Según su análisis, «la posibilidad en el corto plazo de apalancar la economía y financiar en simultáneo el plan de obra pública, más algún grado de atraso cambiario que asegure salarios por encima de la inflación en 2017 (los dos ejes de nuestro escenario base), aparece nítida, al menos hasta octubre».

La persistencia de un dólar que es calificado de «atrasado» por parte de los sectores productivos levanta críticas como las que formuló en su momento Adrian Kaufmann, titular de la Unión Industrial Argentina. Sin embargo, en la Casa Rosada se sostiene que la prioridad para el Gobierno de Macri es bajar la inflación y no sólo para llevar a la economía argentina a la normalidad y atender la situación de los más pobres, sino también porque están convencidos de que es la herramienta que les permitirá cosechar los votos de los sectores más débiles.

Desde la oposición se pone en tela de juicio este razonamiento, ya que advierten sobre la pérdida de empleos como consecuencia del avance de las importaciones sustitutivas de la producción nacional, particularmente en el crítico (electoralmente hablando) conurbano bonaerense, que es donde están concentradas las industrias «menos competitivas».