Cambió el presidente del Banco Central y seguimos sin política antiinflacionaria. Ni siquiera existe alineamiento de las variables económicas relevantes. La inflación anual ronda el 40%, la tasa de interés pasiva está cerca del 20% y la devaluación no llega al 1% mensual.

En lo que va de octubre, disminuyeron los precios de los diversos dólares alternativos: el contado con «liqui» y el dólar bolsa, más de 10%, y el «blue», poco más de 5%. Esto se consiguió a partir de amenazas, presiones y actuaciones intimidatorias de las autoridades económicas. No fue la confianza la que explicó el repliegue de esos precios; tanto la Bolsa como los títulos públicos perdieron valor, aun en dólares. El Merval cayó más de 15% y el riesgo país subió de 700 a 800 puntos básicos.

Primera conclusión: desafortunadamente, sigue la política del «garrote» iniciada con el cepo cambiario (noviembre de 2011) y continuada con el default parcial de mediados de este año.

¿Qué se puede esperar en lo que resta de 2014?

Teniendo en cuenta la potencial aplicación de 35% de Ganancias sobre las ventas en el extranjero de acciones, o la posibilidad de que deban solicitar autorización quienes deseen vender bonos públicos en dólares acá (dólar bolsa) o afuera (contado con liquidación), es de alta probabilidad que el dólar «liqui» y el dólar bolsa tiendan a desaparecer. No debemos olvidar que la opacidad es una de las desagradables características del Gobierno.

Ahora bien, este tipo de operaciones legales estarían migrando parcialmente hacia el dólar blue, informal por cierto. Será imposible evitar operaciones cambiarias con el dólar blue y será ésta la referencia alternativa del dólar oficial. Por otro lado, las ventas de dólar «ahorro» están afectando severamente a las ya escasas reservas internacionales. En junio fueron US$ 150 millones las compras de divisas de particulares y empresas (y la pérdida de reservas líquidas), pero en este mes alcanzarán los US$ 500 millones. Estamos hablando de un grifo abierto del que salen 6000 millones de dólares al año. El dólar ahorro nació en enero de este año, en simultáneo con la fuerte devaluación de ese momento. Hoy el tipo de cambio real oficial volvió a los niveles previos al salto de enero, por lo tanto es enorme el incentivo que tienen los agentes económicos a comprar esos dólares, muy baratos. Es de esperar, entonces, un recorte parcial o total del acceso al dólar ahorro, siempre que mantengan la devaluación oficial por debajo del 1% mensual.

El problema monetario-cambiario de la Argentina es la «manta corta»: siempre entra frío por algún lado. Un lustro atrás existía un único y libre mercado de cambios con un dólar a $ 3,80, mientras que la paridad teórica que resultaba del cociente entre la base monetaria y las reservas era de $ 2,55 por dólar. Hoy el dólar oficial se acerca a $ 8,50, en tanto que el dólar blue y el de paridad rondan los $ 14,70.

Es simple: en la actualidad estamos inundados en pesos, mientras el BCRA tiene cada vez menos dólares. El trasfondo económico de esta debilidad monetaria-cambiaria es la restricción fiscal más la restricción externa. Este gobierno, de centroizquierda, tiene el mismo final que el del presidente Menem (también justicialista, aunque de centroderecha): enorme déficit fiscal y evidente atraso del tipo de cambio real oficial.

Por último, que vaya a existir casi exclusivamente el dólar blue como alternativo no impide su evolución ascendente, habida cuenta de la más que considerable expansión monetaria-fiscal requerida por el Tesoro nacional y la minúscula tasa de interés que reciben los ahorristas. Además, la muy probable menor disponibilidad de dólares ahorro potencia al dólar blue, sube la brecha cambiaria y termina deteriorando las reservas internacionales, que es lo que se buscaría evitar si se decidiera restringir el acceso al dólar ahorro. Como con el cepo, lamentablemente para los argentinos, la manta quedó corta y el Gobierno sigue tratando de hacer magia.

El autor es economista y fue director del Banco Central.