Luego de una tregua en la guerra comercial con China y antes de una nueva ronda de diálogo, Trump retomó la retórica dura y amenazó con aumentar los aranceles a los productos chinos

WASHINGTON.- En un déjà vu que sacudió a los mercados, la guerra comercial entre Estados Unidos y China retornó a un punto de máxima tensión luego de que el presidente Donald Trump amenazara otra vez con elevar los aranceles a las importaciones del gigante asiático y su gobierno denunciara un giro de Pekín en las negociaciones, días antes de una nueva ronda de discusiones en Washington en busca de un acuerdo final.

Trump recicló su clásica retórica áspera hacia Pekín en Twitter, reiterando, ayer, sus quejas por el abultado déficit que deja para Estados Unidos el comercio entre las dos principales potencias del mundo, y amenazando, anteayer, con ampliar los aranceles a las compras desde China, unos minutos antes de comentar en la red social el desenlace del Kentucky Derby, la carrera de caballos más famosa del país.

«El acuerdo comercial con China sigue, pero muy lentamente, mientras ellos intentan renegociar. ¡No!», tuiteó Trump el fin de semana.

«Durante años, Estados Unidos ha estado perdiendo de 600.000 a 800.000 millones de dólares en comercio. Con China perdemos 500.000 millones de dólares. Perdón, ¡pero no lo haremos más!», agregó ayer.

La nueva ofensiva de Trump puso un paréntesis en la larga tregua comercial que habían abierto Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en su cumbre en Buenos Aires luego del encuentro de líderes del G-20, a fines de noviembre último, tras meses de tensión que crisparon los nervios de los inversores y arraigaron temores de que la puja terminara por descarrilar la expansión de la economía global.

El nuevo pico de tensión se llevó puesta la calma que reinó en los mercados en los últimos meses, durante los cuales las señales que enviaron tanto Washington como Pekín fueron más que auspiciosas. Los temores a que un recrudecimiento de la guerra comercial desatada por Trump terminara por quebrar los lazos del comercio entre las dos economías más grandes del mundo habían retrocedido a la espera del acuerdo definitivo.

Ayer, el rojo volvió a teñir las pantallas bursátiles. Los tres principales índices bursátiles de Wall Street cerraron con pérdidas leves. El Dow Jones bajó un 0,25%, el tecnológico Nasdaq cedió otro 0,50%, mientras que el S&P 500 perdió un 0,45%.

En China, las caídas fueron mucho más profundas: la Bolsa de Shanghai perdió un 5,58%, el peor derrape en más de tres años. En la Argentina, el cimbronazo empujó una nueva suba del dólar. Peor para la economía argentina: la renovada tensión profundizó la caída del precio de la soja, y arrastró al maíz y al trigo, justo cuando se preveía que la megacosecha del campo ayudaría a cerrar el déficit externo que desató la crisis.

Hasta el tuit de Trump, las negociaciones parecían encaminadas. Hace apenas unos días, a fines de abril, antes de viajara a China, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, había dicho que las negociaciones estaban «en las vueltas finales». Mnuchin viajó junto al representante Comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, principal negociador de Trump en la disputa con China.

Todo cambió en las últimas 72 horas. El malestar del gobierno de Trump se debió a un supuesto intento del gobierno de China de retrotraer un compromiso para ofrecerles a las compañías norteamericanas un trato más igualitario, según funcionarios estadounidenses. Esas provisiones incluían cambios en las llamadas «transferencias forzadas de tecnología», uno de los temas más preocupantes para Washington, donde arrecian las quejas respecto de que las empresas norteamericanas deben entregar sus innovaciones para poder hacer negocios con Pekín.

«En el transcurso de la última semana, más o menos, hemos visto una erosión en los compromisos por parte de China. Yo diría que retrotraerse de compromisos específicos que ya se habían hecho», afirmó Lighthizer. «Eso, en nuestra opinión, es inaceptable», completó.

Lighthizer dijo que los chinos querían hacer cambios «sustanciales» en el borrador del acuerdo, de unas 150 páginas, que implicaba volver a poner sobre la mesa temas que Estados Unidos consideraba ya cerrados. El gobierno de Trump reafirmó ayer la intención de implementar la amenaza del presidente, y elevar del 10 al 25% los aranceles a bienes chinos por unos 200.000 millones de dólares. Mnuchin dijo que todo el equipo económico le recomendó a Trump avanzar con los aranceles si no hay un acuerdo.

Atípico en estos tiempos, la ofensiva de Trump cosechó elogios demócratas. «Aguante duro en China, presidente @realDonaldTrump. No retroceda», tuiteó Chuck Schumer, líder de la oposición en el Senado.

Pekín intentó quitarle dramatismo al últimos chispazo de Trump y a la amenaza de nuevos aranceles. Una delegación de alrededor de 100 funcionarios tiene previsto aterrizar en Washington mañana para continuar con las discusiones. Un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores indicó que ese viaje seguía en pie, tal y como estaba previsto, aunque se negó a confirmar si el funcionario chino que ha liderado las discusiones, el vicepremier Liu He, viajaría.

«El equipo chino se está preparando para viajar a los Estados Unidos para las conversaciones comerciales», confirmó el vocero, Geng Shuang, en una de sus tradicionales conferencias de prensa.