El dólar -o la falta de ellos- terminó por desplazar a Juan Carlos Fábrega del Banco Central en uno de los peores momentos del mercado cambiario. Paradójicamente, la llegada de Alejandro Vanoli, dispuesta para frenar la sangría de divisas, podría transformarse en una versión aún más precaria.

La incertidumbre generada la última semana en torno a la falta de divisas y al tipo de cambio diferencial que debían utilizar los importadores generó no sólo una reacción de los empresarios, sino también fragmentaciones dentro del Gobierno. Desde el último viernes y sin el consentimiento del ministro Kicillof, el propio Fábrega había prometido a los importadores poner a disposición una mayor cantidad de dólares para despejar dudas. Y lo hizo, pero las dudas se trasladaron a la presidenta: ¿cuántos dólares serán necesarios vender para calmar al mercado?

La respuesta no fue feliz. Fábrega le insinuó a Cristina Fernández que él podía cerrar todas las canillas por donde vendía dólares, pero que la economía estaba herida y no iba a sanar así nomás. El dato simbólico es que en apenas tres días, las reservas habían caído por debajo de los u$s 28.000 millones por la decisión de Fábrega de ’normalizar’ las autorizaciones.

La tranquilidad que se hizo lugar en la previa al determinante discurso de la presidenta del último martes -y la reunión que tuvo lugar entre varios funcionarios incluido el propio Fábrega ese mismo día-, fue sólo la calma que antecede a la tormenta. Las acusaciones a Fábrega sólo fueron el emergente del enojo de Cristina Fernández con el, ahora, ex titular del Central. Como se dijo, Alejandro Vanoli, un economista militante y permeable a los intereses de la Casa Rosada llega al BCRA con una única misión: frenar la sangría de dólares.

Control del ’dólar liqui’. En pos de lograr una menor salida de divisas, Alejandro Vanoli utilizará primero una de sus principales cartas en función del conocimiento y experiencia. El ex titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV) conoce cuáles son los circuitos que se manejan en el mercado bursátil para hacer ’dólares liqui’, pero paradójicamente nunca los cerró del todo. Por supuesto, en este contexto, será una de las primeras cosas que haga, por lo que las medidas tendrán que ver con devolverle a la operación su única función: permitir la compra y venta de bonos en distintos mercados.

Los dólares de los silobolsas. Sancionada la Ley de Abastecimiento que podría presionar a los productores para desprenderse de los granos, el marco normativo parece indicar que ese instrumento podría eventualmente utilizarse. Sin embargo la estrategia del Gobierno es otra: podrá amenazar con la aplicación de la Ley, pero probablemente se incentive la liquidación de divisas del agro mediante instrumentos pensados para ’proteger’ esas ventas del atraso cambiario. Hoy, por cada dólar que liquida el campo se le paga poco más de $ 5. La idea es que ese tipo de cambio sea mayor aún, lo que ayudaría a generar un ingreso que podría estar por encima de los u$s 5.000 millones.

¿Adiós al dólar blue? Alejandro Vanoli dijo alguna vez que publicar el precio del dólar blue es como publicar el de la cocaína. Si bien será imposible erradicar la cotización del blue, sí podría precipitarse el cierre de numerosas mesas de dinero que funcionan en un radio relativamente pequeño del microcentro. Con esa medida, el mercado perdería volumen, lo que terminaría por desdibujar un único valor para la divisa.

Mayor control en los bancos. Las entidades financieras deberán soportar mayor control y regulación. Hay que recordar que durante su gestión en la CNV, el funcionario fue uno de los principales interesados en sancionar la ley de mercado de capitales, que le dio mayor poder a la Comisión pero también a través del polémico artículo 20, facultó a la autoridad regulatoria a intervenir el directorio de empresas cotizantes. Fue también uno de los artífices de la pelea política que mantuvo el Gobierno con el Grupo Clarín y Papel Prensa.

Continuidad del atraso cambiario. Contrariamente a lo que podría pensarse, la flexibilidad cambiaria por la que solía abogar Fábrega perdería su lugar y sería reemplazada por la profundización del retraso cambiario del dólar oficial. La tarea no será sencilla toda vez que para hacerlo, debería neutralizar las presiones inflacionarias algo que dista de tener lugar.