El Gobierno pretende mantener la estabilidad cambiaria en el año electoral. La evolución de variables locales como la inflación o las tasas de interés se combinarán con las noticias de la economía mundial y afectarían la cotización del dólar

El dólar estará en el centro de la política económica argentina y de las expectativas de la población en 2019. Tras la devaluación de 2018, el Gobierno mira el calendario electoral y apuesta a mantener la estabilidad cambiaria en un año de ajuste, donde la actividad todavía sufre las consecuencias de la corrida y no encuentra la salida de la recesión.

En este escenario, la evolución del tipo de cambio se moverá atado a factores internos, como las decisiones de Guido Sandleris en el Banco Central o los pronósticos de las encuestas de opinión, y otras variables que escapan al control del Gobierno.

La zanahoria del Banco Central

El plan monetario implementado desde octubre pasado por el Banco Central logró estabilizar el tipo de cambio con altas tasas de interés. Así, la demanda de dólares cedió porque se volvió más atractivo el ahorro en instrumentos en pesos como Lecaps o plazos fijos, en una dinámica que se volvió un arma de doble filo: bajar las tasas, que impactan negativamente sobre la actividad, puede estimular un desarme de estas inversiones en moneda local y acelerar la demanda de dólares que impulse una nueva devaluación.

Con los altos rendimientos, los plazos fijos en el sistema financiero local superaron los $1,5 billones Con los altos rendimientos, los plazos fijos en el sistema financiero local superaron los $1,5 billones Fuente: Archivo – Crédito: Reuters
El crecimiento en los plazos fijos en los últimos meses grafica esta tendencia. Según los datos del BCRA, superaron los $1,5 billones en enero y llegaron a crecer al 70% interanual. «Son $370.000 millones por encima del promedio de septiembre, que en buena parte fue traccionado por inversores mayoristas. Ese es el componente más inestable», apunta Federico Furiase, economista jefe de Eco Go.

La aceleración en la creación de plazos fijos fue generada tanto por ahorristas minoristas como por bancos y fondos de inversión, que apostaron al carry trade (vender dólares para invertir en pesos) para aprovechar la ganancia que representaron tasas que llegaron a superar el 50% en diciembre pasado.

Guido Sandleris es el presidente del Banco Central Guido Sandleris es el presidente del Banco Central Fuente: Archivo
El escenario se invirtió en las últimas semanas, cuando el Central bajó las tasas de sus Leliq y los plazos fijos perdieron atractivo (hoy pagan 35%). Ante una incipiente suba del dólar, el BCRA dio un volantazo y volvió a llevar la tasa al 50% para frenar al tipo de cambio. En los próximos meses, el dilema de muchos ahorristas, entre quedarse en pesos o volcarse al dolar, se moverá al ritmo de esta dinámica.

«La baja de tasas fue una señal complicada para los activos en pesos que compiten con el dólar y genera una potencial presión cambiaria. Con un BCRA que está construyendo credibilidad y quiere contener expectativas, es clave que la tasa de interés de las inversiones en pesos más que compense la inflación esperada», advierte Furiase.

La contracara de esta estrategia es el impacto sobre la economía. Como explica Martin Kalos, de Epyca Consultores, «sostener estabilidad del dólar a través de altas tasas de interés implica sostener una política contractiva que genera problemas sobre la actividad productiva, el financiamietno a capital de trabajo o el consumo, y estira una recesión que va a tardar en remontar para el ciudadano».

Detrás del escenario financiero, el Gobierno enfrenta la política y las demandas de aliados de Cambiemos y el Círculo Rojo, que reclama por la actividad económica. Medidas como el crédito subdisidiado para pymes o la baja en las cargas patronales serán parciales en un año marcado por la meta suprema del déficit cero, que acota el margen para la baja de impuestos, y la tasa como barrera para el dólar.

Según María Laura Tramezzani, manager Partner de AAG Finanzas, lo visto en los primeros meses del año se mantendrá a lo largo del año. «Enero y febrero explican cuál será la política de acá a las elecciones. El mensaje es que el Gobierno quiere estabilidad cambiaria y hará todo para mantenerlo. En tanto no afecte la estabilidad, va a bajar las tasas, pero ni bien perciba que puede generar presión sobre el dólar, no lo va a producir».

La guerra de las encuestas

Si los años electorales en la Argentina son caracterizados por una mayor demanda de dólares, el escenario bipolar que se desprende de las encuestas por la carrera presidencial en 2019 preanuncia mayor volatilidad cambiaria a medida que se acerque el momento de ir a las urnas.

«El gran tema de 2019 va a ser la política, en un escenario donde las opciones son la continuidad de Macri y el programa con el FMI , o el regreso de Cristina Kirchner, que es la incertidumbre en cuanto al futuro económico. Hay un contexto muy condicionado por esa situación binaria», plantea Tramezzani.

Este escenario ya se vivió en las elecciones legislativas en 2017. En aquel entonces, el dólar comenzó a subir cuando la expresidenta confirmó su candidatura a senadora en la provincia de Buenos Aires, y llegó a $17,99, entonces su máximo histórico, el viernes antes de las PASO, para luego retroceder una vez conocidos los resultados que confirmaron un desempeño peor al proyectado por las encuestas.

«Los más de 700 puntos que la Argentina tiene hoy de riesgo país están hablando de un factor político. Este año, el mercado se va a mover al son de las encuestas, que tampoco son conclusiones muy ciertas», insiste Tramezzani.

Ese contexto político, a su vez, afecta negativamente a la economía y preocupa a analistas y al Gobierno. Si el crecimiento de Cristina Kirchner en las encuestas genera mayor presión sobre el dólar y un aumento del riesgo país, la consecuencia es un escenario menos auspicioso en el frente financiero, con mayores expectativas de devaluación e inflación.

La tensión EE.UU.-China

«Falta mucho por hacer». La frase del jefe de negociadores estadounidense, pronunciada esta semana tras una nueva ronda de diálogo entre las delegaciones de ambas potencias, describe el complejo escenario para el acuerdo comercial entre dos países que definirá la evolución de la economía global.

Desde la reunión inicial entre Donald Trump y Xi Jinping en Buenos Aires, en el marco del G-20, las posiciones entre ambos se han acercado, y eso luce como una buena noticia para los mercados emergentes, entre los que se encuentra la Argentina.

Donald Trump y Xi Jinping se reunieron en Buenos Aires, en el marco del G-20; ambos países avanzan en negociaciones para cerrar un nuevo acuerdo comercial Donald Trump y Xi Jinping se reunieron en Buenos Aires, en el marco del G-20; ambos países avanzan en negociaciones para cerrar un nuevo acuerdo comercial Fuente: LA NACION
Un contexto de tensión comercial entre ambos países puede revertir el ingreso de capitales a mercados emergentes y una mayor demanda de inversores por dólares o activos en esa moneda. El efecto, similar a lo que se generó tras otros disparadores como el Brexit o la crisis en Turquía, puede afectar negativamente a la Argentina, al incentivar una salida de capitales y una consecuente suba del dólar.

«La volatilidad de los mercados mundiales puede generar un recalentamiento del dólar, y la Argentina, en un contexto de libre movilidad de capitales, está expuesta a ese movimiento», explica Furiase.

A su vez, un endurecimiento del proteccionismo estadounidense, con mayores barreras a los productos chinos, puede impactar negativamente sobre los flujos comerciales internacionales y un menor ritmo de crecimiento del nivel de actividad en el gigante asiático, cuyo PBI se incrementó un 6,6% en 2018, su nivel más bajo en casi 30 años.

Para el país, esta dinámica puede afectar la demanda de productos argentinos por parte de China , tercer destino de las exportaciones locales (US$4217 millones en 2018) detrás de Brasil (US$11.304 millones) y los EE.UU. (US$4186 millones).

La consecuencia sería un menor ingreso de dólares genuinos vía comercio exterior. De todas formas, los analistas descartan por el momento una amenaza en ese sentido. La recuperación del campo, luego de la sequía que afectó la producción en 2018, proyecta incrementar las exportaciones y arrojar un saldo de US$7000 millones adicionales, concentrados entre marzo y mayo.

Las tasas de la Reserva Federal

Luego de cuatro subas en la tasa de interés en 2018, la Fed (el Banco Central de los Estados Unidos) dio señales de que su política será menos agresiva en 2019, y eso luce favorable para la Argentina. Cuando se eleva el rendimiento de los títulos estadounidenses, los inversores tienden a refugiarse en estos activos y salir de países con mayor riesgo y volatilidad, como la Argentina.

Luego de cuatro subas de tasas en 2018, la Reserva Federal estadounidense prevé una política menos agresiva este año Luego de cuatro subas de tasas en 2018, la Reserva Federal estadounidense prevé una política menos agresiva este año Fuente: Archivo
A la inversa, la estabilidad en las tasas amplía los flujos de capitales hacia mercados emergentes, que buscan mayores rendimientos y oportunidades fuera de los EE.UU. De esta forma, disminuye el costo del acceso al financiamiento y se incrementa la oferta de divisas para países como la Argentina.

En su reciente exposición ante el Senado estadounidense, el titular de la Fed, Jerome Powell, señaló que serán «pacientes» con el manejo de las tasas de interés, porque esperan que el crecimiento de la economía en EE.UU. este año será algo menor al de 2018.

En su reunión de enero pasado, las tasas se mantuvieron sin modificaciones, y las expectativas del mercado no prevén ajustes en el corto plazo. De todas maneras, el seguimiento de variables como la actividad económica, el desempleo o la inflación estadounidense es constante y de esa evolución dependerán las buenas o malas noticias para la Argentina.