Ayer el Banco Central absorbió $ 40.000 millones y la tasa subió hasta 50,5% anual. La tendencia se mantendría en los próximos días
El aumento de las tasas que se viene produciendo hace dos semanas no parece suficiente aún para frenar la presión alcista del dólar. Ayer, los rendimientos de las Leliq pasaron de 50,2% a 50,5% anual, pero el tipo de cambio no se dio por enterado. La divisa tuvo un importante salto de 2,5% para cerrar a $ 41,71. De esta forma, se acercó al nivel máximo que había alcanzado el 28 de septiembre pasado, cuando tocó los $ 42,10.
Si bien la tasa de interés es «endógena», es decir es definida por oferta y demanda de pesos, está claro que el BCRA tiene una influencia mayúscula. Ayer el titular de la entidad, Guido Sandleris, decidió dar nuevas señales de que la estabilidad cambiaria es el principal objetivo de la política monetaria.
La decisión de salir a absorber $ 40.000 millones envió una señal clara: si sobran pesos entonces es mejor aumentar la restricción monetaria. Así se busca disminuir la posibilidad de corrida contra el dólar, aunque la consecuencia sea menos liquidez para la economía.
Las subas del dólar y de las expectativas de inflación para el 2019 justifican que el Central mantenga una política sumamente restrictiva. Así alienta un aumento de la tasas, una “zanahoria” para quedarse en pesos
Esa absorción de pesos provocó un nuevo salto de la tasa, pero que dio la sensación de haberse quedado a mitad de camino. Es probable que hoy se produzca un salto adicional de los rendimientos de las Leliq. De esta forma, también se busca gatillar un incremento adicional de la tasa de plazos fijos que pagan los bancos a los ahorristas.
¿Pero qué fue lo que generó el nuevo salto de la divisa? Existió claramente un componente relacionado con una mayor debilidad de los mercados emergentes. El real se debilitó más de 1% contra el dólar y lo mismo pasó con otras monedas como la lira turca. El peso argentino, sin embargo, siempre termina siendo el más perjudicado.
La suba del riesgo país de los últimos días también es un reflejo de esta situación, ya que los bonos argentinos vienen sufriendo un deterioro mayor que otros títulos de mercados emergentes. Este índice cerró en su mayor nivel desde mediados de enero, al finalizar a 750 puntos básicos.
La recesión, pero sobre todo la incertidumbre electoral son fenómenos particulares de la Argentina y lo que provoca que los inversores se mantengan extremadamente cautelosos.
En relación a las tasas, en las próximas horas quedará más claro cuál es el nivel al que deben llegar para calmar la sed de dólares. Por otra parte, es posible que al Central no vea con malos ojos que el tipo de cambio se deslice si en alguna medida acompaña lo que sucede con otras monedas regionales. Controlarlo artificialmente podría pagarse con crecer cuando se acerquen las elecciones y la búsqueda de cobertura aumente sensiblemente.
El aumento de las expectativas de inflación, que ya rozan el 32% para todo el 2019, también justifica que las tasas se mantengan elevadas. Al menos hasta conseguir que una disminución en la suba de precios esperada para el año.
De todas formas, la perspectiva de un aumento de la oferta de dólares no tarde demasiado, ya que en marzo deberían comenzar la liquidación de la cosecha de maíz (será récord), mientras que en abril será el turno de la soja. Se estima que el campo dejará no menos de USD 8.000 millones adicionales en comparación con la sequía de 2018.