Los papeles con la figura de Franklin más pequeña , conocidos como dólar cabeza chiquita , se aceptan en el mercado blue, pero a un precio hasta $5 menor

Los papeles con la figura de Franklin más pequeña se aceptan en el mercado blue, pero a un precio hasta $5 menor

El cepo restringió el acceso al mercado de cambio oficial, pero abrió las oportunidades en el paralelo. Quienes fueron a cambiar sus billetes al blue se encontraron con que los modelos «viejos» de dólares se compran por un menor valor que los nuevos. Aunque no son los únicos, los billetes de US$100 en los que el busto de Benjamin Franklin se ve más pequeño -los de la «cabecita» o la «cabeza chiquita», tal como le dicen en la calle Florida- se recibe por entre $2 y $5 menos.

Por los años que pasaron abajo del colchón, en muchos hogares argentinos los billetes estadounidenses pertenecen a la serie que se imprimió entre 1914 y 1996, con la figura de Franklin más chica y el marco ovalado. Luego, desde 1996 hasta 2013 se emitieron los papeles con una «cabeza» más grande y el marco. La serie actual incluye la figura del político y científico, pero sin el marco. Estas dos últimas tandas están conformadas por los billetes que en el mercado blue se consideran como los «nuevos», y por unidades de este tipo se paga el precio total.

Ver Dólares viejos o fuera de circulación

 

Por ejemplo, un operador del blue asegura que los billetes chicos de cualquier serie -US$10, US$20 o US$50- se compran a $2,50 menos. Los de la «cabeza chiquita» de US$100, a $2. Los precios varían según a quién se consulte: otros operadores lo toman a $3 menos y algunos le restan $5.

Por ejemplo, hoy el dólar blue cotizó, en promedio, a $71,50 para la compra y $76,50 para la venta. En caso de que los billetes que los clientes ofrezcan sean de los de la cabeza chiquita, entonces, recibirán entre $66,50 y $69,50.

La cotización del blue se calcula sobre el billete nuevo del dólar.

Quienes se dedican a esto aseguran que es algo que se impuso en el mercado porque las casas de cambio oficiales también le hacen esa «quita» a los billetes chicos o viejos. «El precio que damos de compra y venta es siempre pensando en los de US$100 nuevos», admite un operador.

Es por eso que, antes de concretar cualquier operación, los «arbolitos» les consultan a sus clientes si los billetes que tienen para venderle son los «grandes». Quienes se dedican a esta actividad reconocen, además, que tiene que ver con la demanda: «Nadie quiere los billetes ‘viejos’. El hecho de que ya haya dos series posteriores a los ‘cabeza chica’ le genera sospecha a la gente», dicen.

La Argentina no es el único país donde hay trato diferencial para los billetes «viejos». En algunos países -no en Estados Unidos- los turistas se encuentran con inconvenientes para cambiarlos. Cabe aclarar que estos papeles circulan normalmente en su país de origen -aunque tal vez quien los reciba los mirará un poco extrañado- y que no hay nada oficial que reduzca su valor.

En la página web de la Reserva Federal (Fed), la entidad monetaria central de Estados Unidos, se aclara que no hace falta cambiar los billetes con viejos diseños cuando los nuevos entran en circulación. «Toda la moneda estadounidense es legal, sin importar cuándo fue emitida», se lee.

Además, el organismo explica que los rediseños sirven para reducir las posibilidades de falsificación. «La Reserva Federal, junto con nuestros socios en el Departamento del Tesoro y su oficina de Grabado e Impresión, y el Servicio Secreto de los Estados Unidos monitorean continuamente las amenazas de falsificación para cada denominación de moneda estadounidense y toman decisiones de resideño basadas en estas amenazas», detalla la web.

Entonces, ¿cuál es la explicación que dan los «arbolitos» para bajarles el precio a los billetes de «cabeza chiquita»? Además de un tema de demanda, el único inconveniente que podrían llegar a tener, dice un operador del blue, es que hace falta ser muy «ducho» para reconocer los verdaderos y los falsos, porque las series de hace unos 40 años no tenían fajas de seguridad, un elemento que aportó mucho en el reconocimiento de los falsificados.