El titular del Banco Central se refirió a al comportamiento de la población argentina en referencia a sus ahorros y lo que se denomina dólar colchón.

Lo hizo al encabezar un seminario cerrado con especialistas de Rusia, Perú, Paraguay y Ecuador para analizar los sistemas y secuelas de la dolarización.

El presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, afirmó que el proceso de dolarización de Argentina es «muy interesante», con el cual «la ciencia económica tiene dificultades». Así lo comentó durante el evento virtual que coordinó la entidad monetaria, en el que participaron representantes de los bancos centrales de Argentina, Rusia, Perú, Paraguay y Ecuador, en el cual se analizó la dolarización de las economías emergentes.

«Yo digo que no tenemos un problema de escasez, sino que tenemos un problema de abundancia. Argentina tiene dentro de sus fronteras alrededor de u$s 130.000 millones en billetes atesorados en cajas de seguridad, colchones, rincones, pozos al fondo de la casa. Y tenemos un mercado de capitales que no puede digerir esa capacidad de ahorro», aseguró Pesce.

En Argentina hay un problema de abundancia de dólar colchón

El funcionario sostuvo que el «problema» de la dolarización en Argentina «se originó cuando se liberó la cuenta capital del balance de pagos». «Antes de ese proceso, teníamos otro tipo de problemas. Especialmente, los países que teníamos saldo positivo en nuestras balanzas comerciales, que acumulábamos oro o teníamos sobreinversión, originados en la necesidad de compensar nuestras balanzas de pagos con importaciones de países centrales», indicó.

En el mercado se conoce como dólar colchón a las divisas que compran los ahorristas y los guarda en su casa o en cajas de seguridad 

Las autoridades de los bancos centrales que participaron del evento tienen una mirada en común en torno a las condiciones necesarias para enfrentar los procesos de dolarización en las economías emergentes, según concluyó Germán Feldman, economista jefe del BCRA, durante el cierre del encuentro virtual.

De ese consenso, expresó Feldman, surge que, por un lado, es necesario «alcanzar la estabilidad macroeconómica, reduciendo así la incertidumbre y favoreciendo el desarme de procesos adaptativos defensivos que se encuentran muy arraigados en la memoria colectiva de la población». Además, destacó como necesaria la existencia de un diferencial de retornos reales positivos, que incentive el ahorro en moneda local.

Por otra parte, «la solución al problema de la dolarización de un país excede a la mera elección del régimen monetario y cambiario, sino que atañe al proceso de desarrollo en su conjunto; involucra a su estructura productiva, sus instituciones y su historia», sostuvo el funcionario.

Durante la presentación del caso argentino, Eduardo Corso, subgerente de Modelos Macrofinancieros del BCRA, afirmó que el sostenimiento en el tiempo de los procesos inflacionarios y la recurrencia de shocks cambiarios disruptivos «son, sin duda, los dos elementos centrales para comprender el proceso de dolarización financiera en Argentina».

Sin embargo, sostuvo, también existen elementos que «no necesariamente tienen que ver con la evolución de los retornos reales, sino con los mecanismos adaptativos que desarrollaron los agentes ante este contexto». En ese sentido, ubicó como primer elemento el hecho de que la consolidación recurrente de los procesos inflacionarios acorta los plazos contractuales.

Como segundo elemento, señaló la «dolarización parcial» del mercado inmobiliario. «Por otro lado, el dólar también puede ser un elemento atractivo para que aquellos agentes que no sean muy sofisticados financieramente tengan en su memoria los elementos disruptivos. Otro elemento que puede incorporar inercia es que las tenencias de dólares del sector privado fuera del sistema financiero pueden ser percibidas como muy costosas para ser reintermediadas por parte de los agentes», agregó.

Corso afirma que el análisis previo del caso local sugiere que, con los factores que están detrás, el proceso de dolarización del sector privado en el país «no es fácilmente desarticulable en el corto plazo, porque tiene que ver con comportamientos adaptativos institucionalizados durante muchas décadas de historia monetaria».

«Por supuesto, buscar entornos de estabilidad nominal y cambiaria, que reduzcan la incertidumbre real, es una condición absolutamente necesaria del proceso de desdolarización, pero no va a ser suficiente, porque la percepción de los agentes de que el régimen monetario, cualquiera sea que esté establecido, tiene que ser percibido como sostenible», remarcó.

El funcionario destacó que a septiembre de 2020 alrededor del 67% de la cartera financiera del sector privado se encontraba en activos denominados en moneda extranjera, y una parte muy importante de ese conjunto está fuera del sistema financiero local. «Hay un montón de tenencia de activos líquidos en moneda extranjera que están fuera del sistema», afirmó.

«Este aumento de la tenencia de activos externos obviamente implicó, como contracara del proceso, una desintermediación del sistema financiero local. Los depósitos bancarios es una porción baja dentro de los activos financieros totales», sostuvo.