La zona euro salió oficialmente de la deflación en abril tras cuatro meses de caída de los precios, una buena noticia para el Banco Central Europeo, aunque varios factores siguen deteniendo la inflación, en particular la lenta reducción del desempleo.
La inflación de la unión monetaria fue nula en abril (0,0%), según una primera estimación de la oficina europea de estadísticas Eurostat.
En diciembre había pasado a terreno negativo (-0,2%). La caída de precios se acentuó en enero (-0,6%) antes de reducirse un poco al (-0,3%) en febrero y al (-0,1%) en marzo.
Se trata de una buena noticia para el BCE: para luchar contra el riesgo de deflación, marcado por una caída de precios y de salarios que detiene la recuperación económica, inició a principios de marzo un ambicioso programa de ‘expansión cuantitativa’, que prevé la compra de más de 1 billón de euros de títulos de deuda pública y privada hasta septiembre de 2016, lo que supone una inyección de liquidez en el sistema.
En un informe publicado el jueves, la institución de Fráncfort subraya que las «expectativas de inflación en la zona euro a largo plazo se han recuperado» y considera que puede tratarse del primer éxito de su programa.
El objetivo a medio plazo del BCE es mantener una inflación cercana pero inferior al 2%. «Estamos todavía lejos», dice Christian Schulz, economista de Berenberg, para quien la estabilidad de los precios observada en abril «no es todavía una señal de que hayan disminuido las presiones deflacionistas, como lo recuerdan los datos de desempleo de marzo, que muestran una desaceleración demasiado lenta».
La tasa de desempleo se mantuvo estable en la zona euro, en el 11,3%, pese a que hay 36.000 desempleados menos que en febrero.
«Es la caída más modesta desde noviembre», dice Howard Archer, del IHS Global Insight. Schulz recuerda por su parte que «a este ritmo, se necesitan 14 años para recuperar el nivel de antes de la crisis».
El desempleo y la inflación están vinculadas: un desempleo alto incita a los empleadores a mantener la presión en los salarios, y es sinónimo de un poder de compra limitado para los particulares. Lo que a su vez repercute en el consumo y los precios.
Al ritmo actual, la caída del desempleo es «demasiado lenta para repercutir en los salarios en un futuro próximo», resume Jonathan Loynes, de Capital Economics.
Otra señal poco alentadora es que la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los precios más volátiles como los de la energía y la alimentación, es «estable en su techo de 0,6%». El sector de los servicios en particular, con una inflación del 0,9%, registra un «bajo histórico», resalta el analista.
«En resumen, es un alivio que el episodio de la deflación haya sido más corto de lo que se temía. Pero podría volver si los precios del petróleo y de las materias primas vuelven a caer», advierte.
El BCE no debe reducir sus esfuerzos, estiman los economistas. «El principal mensaje procedente del BCE en este momento es que no contempla poner fin de forma anticipada a su programa de expansión cuantitativa pese a las señales de mejora de la actividad», dice Howard Archer, que prevé una aceleración del crecimiento del 0,5% en el primer trimestre frente al 0,3% del cuarto trimestre de 2014.
El presidente del BCE, Mario Draghi, se expone a «interrogantes crecientes sobre la necesidad o no de proseguir el programa de expansión cuantitativa en el segundo semestre», dice Teunis Brosens, de ING. Pero el banco central, escaldado por varias acciones frustradas estos últimos años, «debería mostrarse prudente» antes de contemplar cerrar el grifo de la liquidez, predice.