Por temor a las inspecciones y allanamientos, financieras que venden dólares cambian regularmente de oficina, de líneas telefónicas y se llevan siempre las computadoras portátiles a sus casas. Muchas se mudan a pocas cuadras, dentro del microcentro, ya que deben estar bien ubicadas por cuestiones logísticas

El cuevero de hoy se parece al viejo almacenero de barrio: anota todas las operaciones en un cuaderno. Pero más de uno escribe todo en lápiz en lugar de hacerlo con birome, porque sabe que de esa forma no constituye una prueba fidedigna ante un eventual allanamiento.

Lo cierto es que, desde la asunción de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central, las cuevas se sienten perseguidas por «Los Intocables»: grupo que forman el propio Vanoli; el presidente de la Comisión Nacional de Valores, Cristian Girard; el titular de la Unidad de Información Financiera, José Sbatella; y el número uno de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), Carlos Gonella.

Desde entonces, las reglas de juego cambiaron por completo en el submundo cuevero: por temor a las inspecciones, las financieras que venden dólares pueden llegar a cambiar mensualmente de oficina, de líneas telefónicas y se llevan siempre las computadoras portátiles a sus casas.

Muchas se mudan a pocas cuadras, dentro del microcentro, ya que deben estar bien ubicados, por una cuestión logística. Dicen que Dios está en todas partes, pero atiende en el microcentro. Estas mudanzas permanentes le ocasionan un mayor gasto a los cueveros, que para no perder margen de ganancia lo trasladan a precio. Esto provocó que se haya duplicado el spread que hay entre el precio de compra y el de venta.

En el mercado a mercado, que operan los corretas o market makers (como se denomina en la jerga a los formadores de precios), el spread, que es la diferencia entre el precio de compra y el de venta, que antes era de dos centavos, ahora es de cinco. Por lo tanto, el mínimo que cobran hoy a sus mejores clientes es de diez centavos de spread, para hacer su diferencia. Luego, existe el famoso «precio cara» para los novatos.

El sitio DolarBlue marca un spread actual para los intermediarios de 90 centavos: $ 12,85 para la compra y $ 13,75 para la venta. La pizarra, según la web, se agranda más con el dólar green que comercializan los arbolitos de Florida y de Lavalle, que compran a $ 12,70 y venden a $ 13,95. En el caso del euro suele haber más brecha que con el dólar, ya que está a $ 15,18 para la compra y $ 16,25 para la venta. Lo mismo ocurre con las casas de cambio formales que venden moneda extranjera con la autorización de la AFIP: cuanto menos volumen tiene alguna moneda, mayor es la brecha. Incluso con el real.

En este contexto, los mesadineristas se quejan de que «está difícil trabajar, porque el miedo a que te allanen y te incauten toda la plata siempre está latente. Por eso tenés que calcular bien cuánto será el dinero aproximado que necesitarás durante el día. Alguien te pide cambiar tres gambas (u$s 300.000) y no te puede esperar hasta el día siguiente porque vos tenés que ir hasta tres financieras para buscar la plata».

Dólar cobertura casi $ 15
En la City porteña creen que «el bille» (como le dicen en la jerga al dólar paralelo) hoy está a buen precio, ya que cotiza $ 1 más barato que el valor teórico del dólar, también llamado dólar convertibilidad, que desde el cepo supo seguir en un 97% de los casos al valor del blue. Hoy este dólar cobertura está en $ 14,89, cifra que surge de dividir el circulante ($ 462.564 millones) por los u$s 31.068 millones que figuran en las reservas del Banco Central.