En uno de sus intentos para hacer bajar el dólar paralelo, Guillermo Moreno (cuando era secretario de Comercio Interior) amagó con prohibir la importación de silobolsas, pero resulta que la industria nacional también empezó a fabricarlas.
El recuerdo parte de la boca del dueño de una importante casa de cambios, que estaba acostumbrado a los telefonazos del temible funcionario cada vez que el blue se disparaba.
Ocurre que, para los sojeros, las silobolsas son una suerte de caja de seguridad, que en la jerga se denominan chorizo blanco.
Como la expectativa de devaluación es de casi un 20% para fin de año (los contratos de dólar futuro de Rofex marcan una divisa de $ 9,43 para diciembre), cuanto más aguanten sin liquidar, mayor será su ganancia. Máxime teniendo en cuenta que rige un dólar soja de $ 5,20, ya que al oficial de $ 8 (precio de compra del Banco Nación) hay que restarle un 35% de retenciones.
El tema es que el excedente que les queda, luego de pagar todos los insumos de la nueva campaña, como los fertilizantes y las semillas, lo dolarizan. La parte blanca vía el dólar MEP, como se llama a la compra de bonos a través de la Bolsa para adquirir divisas, y la parte negra a través del dólar paralelo o blue.
Menos mal que tenemos el chorizo blanco, porque si liquidaran más, su excedente luego de pagar los gastos sería mucho mayor. Por lo tanto, la parte que dolarizarían sería mucho más grande, con lo cual aumentaría el dólar paralelo y la brecha con el oficial se ampliaría todavía más, comenta el dueño de una sociedad de bolsa.
El dinero por las transferencias bancarias o cheques que reciben por la liquidación de la soja, directamente lo pasan al MEP, para comprar dólares en blanco y así tener resguardado su capital, revela un conocedor del mercado chacarero, quien también se refiere a las distorsiones de comercio exterior.
Es, ni más ni menos, que una manera formal y correcta de hablar de la subfacturación de exportaciones. En lugar de obtener $ 5,20 por dólar, pueden lograr más del doble, al tener la cotización del blue, que el viernes cerró en $ 11,35 para la compra. Esta es la razón por la cual el cable (como denominan a la transferencia informal de dinero desde otro país a la Argentina, o viceversa) cueste hoy 3% para entrar plata, cuando llegó a valer hace unos pocos años 7% para sacar.
Si el blanqueo de capitales hubiera sido un éxito, se podría llegar a pensar que esa era la razón, pero como el blanqueo fue un fracaso, se sabe que quienes subfacturan luego deben traer la plata para acá para poder hacer frente a todos los gastos, advierten en la City porteña.
Por eso, para quien quiera fugar divisas informales la operación es gratis, siempre cuando sea por más de u$s 50.000, sino le cobrarán el 1% en concepto de gastos administrativos.
De hecho, nunca fue tan caro traer plata sin declarar a la Argentina, con excepción de la crisis del 2008 en Estados Unidos, cuando llegó a valer 6%. En rigor, a los directivos de los bancos estadounidenses les había llamado poderosamente la atención que los argentinos fueran los primeros en sacar la plata.
Por lo visto, ninguna otra nacionalidad tenía conciencia de que las entidades financieras podían quedarse con sus ahorros. Pero los argentinos, en eso, tenían experiencia.