Durante el primer mes del año, la compra de dólares estuvo en torno a los u$s1.100 millones. Fue el mejor enero de la era Macri. Febrero debería ser más baja

El «veranito» financiero que vive la Argentina (en parte gracias al mejor contexto global) también hizo que la demanda de dólares por parte del público siguiera en retroceso. El comienzo de un año clave como es el 2019, con todo el condimento político que promete traer, fue otra vez beneficioso para el Banco Central.

En los pasillos de la entidad rectora que comanda Guido Sandleris están más que conformes con los datos que siguen apareciendo. En este caso, el tan mentado «atesoramiento» de billetes verdes por parte del público durante enero (que estacionalmente es también más elevado que otros meses del año) fue casi la mitad de lo que se vivió en el mismo mes pero del 2018.

Según las planillas preliminares que manejan en el Gobierno, y que pudo reconstruir iProfesional, la compra de dólares en términos netos estuvo en torno a los u$s1.100 millones. En enero del año pasado esa cifra había sido u$s1.800 millones.

Además, es el mejor registro de la era Macri para un primer mes del año. Obviamente que en los años anteriores, producto del cepo cambiario que colocó el kirchnerismo, la compra de billetes fue menor. Pero, incluso, en enero del 2011 -año que terminó con la instauración de las restricciones cambiarias- la compra de divisas por parte del público fue similar a la de enero de este año.

Así las cosas, en el Banco Central siguen muy de cerca esta variable. Y resaltan que es muy positivo que, a pesar de que el dólar está tranquilo y algunos podrían pensar que está «barato» (más aún en un año electoral cuando se piensa que repuntará), sigue contenida la demanda.

Contemplaban en la entidad que en diciembre y enero hubiera cierta suba del atesoramiento por cuestiones estacionales (vacaciones y más pesos por el pago de aguinaldo). Eso debería haber quedado atrás y febrero debería mostrar una baja ya no solo contra el mismo mes del año anterior sino en la variación mes a mes, algo que se había cortado en los últimos dos.

Los cálculos que hacen en Reconquista 266 es que el actual nivel del tipo de cambio real está contribuyendo al ajuste de las cuentas externas, a lo que se suma el impacto de la menor actividad económica sobre la demanda de importaciones.

En efecto, repiten en pasillos oficiales, desde principios de octubre del año pasado se observa una menor demanda diaria de divisas de importadores netos y de individuos, ya sea para atesoramiento o por turismo, para los cuales la compra de divisas cayó de un promedio diario de u$s160 millones en el tercer trimestre de 2018 a u$s38 millones en el cuarto del mismo año (un derrumbe del 76%).

La tendencia, creen en el equipo de Sandleris, es que se mantendrá por los menos en estos primeros meses del año. «Déjennos disfrutar este momento», sinceró Gustavo Cañonero, el vicepresidente del Central, hace escasas semanas en conferencia de prensa.

Creen que habrá más demanda de divisas para pagar importaciones, debido a que se recuperará un poco la economía en el segundo trimestre del año, pero que las exportaciones generarán mucho más.

Será distinta la película más adelante cuando el calendario electoral empiece a generar incertidumbre. De hecho es por esto que en la City ven positivo que el BCRA compre ahora dólares en el mercado cambiario que, se estima, luego tendrá que vender.

La tranquilidad cambiaria y el hecho de que muchos individuos y empresas se hayan sobre stockeado de billetes verdes en el pasado con un dólar más barato (en 2018 el saldo entre compras y ventas de dólares fue negativo en u$s18.000 millones), hace creer al Central que no hay tanto margen para volver a comprar.

Según estimaciones de uno de los consultores VIP en el mundo empresario, durante los tres primeros años de gobierno del presidente Macri (2016-2018), la dolarización total de portafolios ascendió a u$s62.700 millones.

De esa cifra, u$s47.700 millones correspondieron por los minorista y u$s15.000 millones por mayorista. Muy poco de eso quedó en el sistema bancario y muy poco se transformó en crédito en dólares al sector privado.

Este mismo economista les recordó a los empresarios recientemente que durante la crisis, la demanda llegó a u$s9.000 millones por mes: u$s4.000 millones de
importación, u$s3.000 millones de atesoramiento, u$s700 millones de turismo y u$s1.600 millones de carry-trade.

Todo esta olla a presión se produjo contra una oferta mensual en el mercado de cambios de u$s5.000 millones y ventas oficiales de u$s4.000 millones promedio por mes.

Hacia adelante, hay ciertas cuestiones a tener en cuenta que seguirán pesando y que dificultarán la tarea del Banco Central. Este famoso consultor de empresas, en una de sus últimas reuniones privadas, detalló:

-La dolarización genética de los argentinos, gobierne quien gobierne y salvo momentos puntuales históricos excepcionales, es un escollo poderosísimo para la estabilidad, el crédito y el crecimiento económico permanente.

-La ansiada restauración del peso como moneda plena es más una expresión de deseo y menos un objetivo concreto alcanzable en un plazo de tiempo razonable.

-Al mismo tiempo y tras el fallido experimento bimonetario de la Convertibilidad, no se intentó otro régimen bimonetario alternativo eficaz y sostenible que “contemple con integralidad” los deseos dolarizadores de la Argentina.

-Un régimen monetario realista es una de las grandes (sino la más grande) asignatura pendiente del gobierno de Macri.

En el Banco Central le tienen temor a la apreciación cambiaria, razón por la cual están comprando dólares a pesar de que no los esterilizan. No tanto lo hacen para «stockearse» en épocas de vacas flacas: las reservas llegan a u$s66.961 millones y el Tesoro venderá a partir de abril -en forma gradualista- alrededor de u$s9.000 millones.

Si bien el Central tiene las «manos atadas» tanto ante un escenario de apreciación (como el actual) o depreciación (quizás con el ruido electoral) de la moneda local, ya que el límite conocido por el acuerdo con el FMI así lo indica, en el corto plazo -y sin nubarrón mediante desde el exterior- el dólar pareciera estar contenido. Quizás agazapado esperando los próximos meses. En el interín, en el Central siguen «disfrutando el momento». Y no está mal.