La inflación 2019 cerró en 53.8 por ciento. El descontrol de precios fue una característica saliente del gobierno de Mauricio Macri. En sus cuatro años de gestión duplicó la inflación que había heredado en 2015. En 2019, a pesar del ajuste fiscal y la contracción monetaria, escaló a su mayor nivel en casi tres décadas.
La inflación de diciembre fue del 3,7 por ciento, con lo cual el 2019 cerró con un alza de precios del 53,8 por ciento, informó ayer el Indec. Se trata de la inflación más abultada desde 1991, cuando la hiperinflación daba sus últimos coletazos. El rubro alimentos y bebidas registró un alza del 56,8 por ciento en el acumulado del año, lo cual junto a la suba del 51,2 por ciento que había tenido en 2018 profundizó el deterioro de los indicadores sociales. Otro rubro que impulsó la inflación fue salud, que agrupa los aumentos de medicamentos y prepagas, con un incremento del 72,1 por ciento en 2019.
No hay materia económica en donde el gobierno de Mauricio Macri haya fracasado de manera tan grotesca como en la inflación. Desde aquellas recordadas frases del ex presidente acerca de que “terminar con la inflación es lo más fácil que hay” y que “la inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar” hasta los constantes pifies en las metas de inflación por parte del Banco Central, pasando por una infinidad de pronósticos errados de parte de los ex miembros del equipo económico, la gestión Cambiemos hizo todo mal para procurar bajar el ritmo de los precios.
“Tenemos un compromiso de inflación para 2016 de 20 al 25 por ciento, que bajará a un rango del 12 al 17 por ciento en 2017 y a 8 a 12 por ciento para 2018, concluyendo el último año de la gestión Macri en un dígito, en alrededor 5 por ciento anual”. Ese fue el programa inflacionario que el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, presentó a la sociedad argentina el 13 de enero de 2016. Por si había dudas, el jefe del “mejor equipo de los últimos cincuenta años” aclaraba que aquellas proyecciones no se trataban de una apuesta optimista, sino que era algo “realista”. Pero en realidad lo que pasó fue que la inflación fue del 40 por ciento en 2016, bajó al 24,7 por ciento en 2017, escaló al 47,6 por ciento en 2018 y cerró el 2019 en el 53,8 por ciento. Si se toman las puntas más altas de las estimaciones de Prat-Gay, la inflación acumulada del período 2016-2019 hubiera sido del 72 por ciento. En cambio, la suba de precios a lo largo de todo el mandato terminó siendo casi el 300 por ciento, cuatro veces más que la previsión oficial.
La inflación del macrismo rompió récords en primer lugar como reacción a la devaluación descontrolada, producto a su vez de la aplicación de un esquema macroeconómico que cada vez se volvía más claramente insostenible sin el inflador del megaendeudadamiento en el mercado internacional. A las fragilidades estructurales se sumó una catarata de malas decisiones en materia de gestión de la política comercial. También la cuestión tarifaria tuvo mucha relevancia en la inflación de 2016, 2017 y 2018, junto a la eliminación inicial de las retenciones y la falta de control en mercados decisivos. Para peor, el gobierno anterior aplicó medidas erróneas, como la suba de la tasa de interés a niveles exorbitantes, que no suavizó la inflación y encima apuró el quebranto de la actividad productiva.
La inflación de diciembre estuvo impulsada por el incremento del 3,1 por ciento en alimentos y en bebidas. Se destacaron las alzas en el asado (9,8 por ciento), cuadril (6,8) y nalga (6,7), yerba mate (5,8), galletitas de agua (10,4) y arroz blanco (4,9). El alza anual en alimentos y bebidas no alcohólicas es del 56,8 por ciento, que se monta sobre una suba del 51,2 por ciento a lo largo del 2018, de modo que en dos años, el rubro más sensible para el bolsillo de los hogares sufrió un aumento acumulado del 137 por ciento. El fuerte encarecimiento de los precios de los alimentos trajo como consecuencia el aumento de la pobreza y la indigencia.
Equipamiento del hogar registró un aumento mensual del 5,4 por ciento y llegó en el año al 63,7 por ciento, afectado por las sucesivas devaluaciones del peso. En cambio, por debajo del índice general de inflación quedaron los servicios públicos ligados al hogar, con un avance del 2,1 en diciembre y del 39,4 por ciento en doce meses. A diferencia de lo que pasó en 2016, 2017 y 2018, cuando las tarifas de luz, gas y agua subieron muy por encima del resto de los precios, en 2019 tuvieron un incremento a comienzos del año y luego quedaron congeladas para apuntalar el proyecto de relección de Macri.
El gobierno de Alberto Fernández ya definió que mantendrá este nivel de tarifas por los próximos seis meses. Esa medida junto a la revitalización de Precios Cuidados, la estabilidad cambiaria y el consenso político a través del acuerdo social, constituyen el set de políticas destinadas a moderar la inflación, que arrastra una fuerte inercia.
El capítulo que más subió el año pasado fue salud, con el 72,1 por ciento, producto de los sucesivos incrementos en las cuotas de las prepagas y en los precios de los medicamentos. En el caso de las prepagas, los aumentos en 2019 llegaron al 60,7 por ciento, mientras que los remedios lo hicieron en un 85 por ciento (457 por ciento en cuatro año según el CEPA).
En el sector de comunicación, el incremento en diciembre fue del 9,6 por ciento y del 63,9 por ciento en el año. Esas subas se explican por el encarecimiento de los planes de celular e internet. En transporte, el alza fue del 5 por ciento y del 49,7 por ciento en doce meses, empujado por la suba de los precios de los autos, que arañó el 70 por ciento. En la nafta, la suba fue del 6 por ciento en diciembre y del 43 por ciento en el año.