Los economistas están recalculando los escenarios en función del dólar y la inflación. La tasa de esta última no baja del 2% mensual.

De no mediar ninguna sorpresa de acá a las PASO, los pronósticos privados dan cuenta de que la inflación mensual se desacelerará en los próximos meses a medida que las condiciones financieras se vuelvan más estrictas. Sin embargo, los analistas advierten que es poco probable que esto sea motivo de celebración para el Gobierno, ya que la tasa de inflación mensual se mantendrá por encima del 2% hasta el cuarto trimestre, incluso considerando los efectos de los controles de precios impuestos recientemente. Esto significa que es probable que la inflación se acelere hacia una tasa anual del 58% en el segundo trimestre y se mantenga por encima del 45% antes de las elecciones presidenciales de octubre. En este caso, se espera que las condiciones financieras se ajusten considerablemente en el cuarto trimestre como resultado de las esperadas intervenciones cambiarias, no esterilizadas, del Banco Central durante los últimos dos meses de la campaña.

De modo que los argentinos irían a las urnas el 27 de octubre con un termómetro inflacionario del 43% anual. Vale recordar que de cara a las elecciones presidenciales los sondeos de opinión muestran que para la mayoría de los argentinos la inflación es el tema más urgente.

Elecciones e Inflación

No hay duda de que predecir la inflación es en Argentina un deporte extremo. Prueba de ello es que la desviación estándar de los pronósticos de inflación para los próximos 12 meses con respecto a una muestra de 49 analistas es de 4.4 puntos porcentuales, lo que es aproximadamente un año de inflación en Brasil. Sin duda la inercia inflacionaria es la variable más importante para determinar la inflación actual, ya que existe un componente importante que mira hacia atrás en la forma en que las personas forman sus expectativas de inflación. Las otras variables relevantes son los cambios en los agregados monetarios en manos del sector privado (M3 privado), aunque con un retraso de tres meses, y las variaciones del tipo de cambio. Al respecto no debe soslayarse que para los principales analistas internacionales el peso sigue siendo la moneda emergente más vulnerable a una desaceleración en el apetito al riesgo del mercado. En tal sentido, la evolución de las perspectivas y el resultado de las elecciones presidenciales serán los factores definitorios en la evolución del peso este año.

Los analistas esperan que la inflación anual se acelerará aún más en el segundo trimestre y que habrá poca evidencia de desinflación anual hasta agosto. Recién en septiembre se espera que se desacelere considerablemente (a raíz de la contracción monetaria), un dato que será conocido antes de las elecciones presidenciales. Después de octubre, las proyecciones divergen debido a los diferentes supuestos de tipo de cambio, con una inflación que se mantendrá por encima del 40% hasta el final del año en el caso de una resolución política “no amigable” para con el mercado. Si bien la inflación interanual puede acelerarse aún más, es probable que la inflación mensual se desacelere en los próximos meses, debido al efecto rezago de la restrictiva política monetaria del BCRA. Si bien la inflación se aceleró en el primer trimestre ante el continuo debilitamiento del peso y al agresivo ajuste de los precios regulados, la correlación entre la inflación y la evolución del M3 privado se ha fortalecido desde la implementación de las metas de base monetaria en octubre de 2018. El mercado apuesta a que esta correlación se mantendrá durante el resto de 2019, a menos que sea muy grande la depreciación del peso. Claro que la correlación entre los agregados monetarios y la inflación puede romperse fácilmente cuando la moneda experimenta oscilaciones muy grandes, como fue el caso en el tercer trimestre de 2018, y podría volver a ocurrir en el cuarto trimestre de 2019, según los resultados de las elecciones. Sin embargo, esperamos que esta correlación se mantenga hasta el segundo trimestre y tercer trimestre.

Detrás de este consenso está el supuesto de que el principal canal de transmisión no es el tipo de cambio sino una contracción de la base monetaria. Por ello destacan que el efecto indirecto de las esperadas intervenciones cambiarias del BCRA sobre la inflación se estima que será casi insignificante en septiembre porque los agregados monetarios actúan con un retraso de tres meses sobre los precios, aunque el efecto en la inflación anual podría ser significativo en el cuarto trimestre.