La estrategia del ministro de Economía, Axel Kicillof, de bajar las tasas de interés para reactivar una economía que acumula meses de caída disparó las expectativas de devaluación de los inversores y de los ahorristas y recalentó el dólar a futuro que se negocia fuera del país y no está intervenido por el Banco Central. En Nueva York, el contrato de la divisa a un año saltó ayer 50 centavos y se ubicó en los $ 12. Para llegar a este valor que están previendo en esa plaza, el billete debería avanzar a un ritmo del 45% anual, levemente por debajo de la inflación actual, pero a tono con la esperada. Este ritmo previsto era del 40% el día anterior.

A juzgar por las cotizaciones que se ven en los Non-deliverable forward (NDF), los inversores apuestan hoy a que el Gobierno tensará durante el mayor tiempo posible el atraso cambiario, para usarlo como ancla nominal de los precios hasta los primeros meses del año próximo, pero que se verá obligado a soltarlo en alguna instancia ante la pérdida de reservas. Es lo que explica que los contratos más cortos muestren una tasa implícita cercana al 37% anual, más moderada que la que se ve para 2015 (45%), y que dejaría al dólar en los $ 9,42 a fin de diciembre próximo. Algunas consultoras estiman que las reservas se reducirán en u$s 4.000 millones en lo que queda del año, y que podrían quedar en u$s 24.000 millones cuando termine 2014. Con todo, el stock dependerá de las importaciones que autorice el Central en los próximos meses.

Las expectativas de devaluación habían empezado a incrementarse desde el 30 de julio, el día en que la Argentina cayó en default. Pero se aceleraron el último lunes, cuando en el mercado empezó a trascender la idea que tenía en mente el Gobierno: avanzar con una leve reducción de tasas de interés en la licitación de deuda, aun ante la resistencia del presidente del Central, Juan Carlos Fábrega, y dar así una señal de un ciclo hacia abajo que podría prolongarse en el tiempo, para abaratar aún más el dinero, expandir la liquidez y dinamizar el crédito.

Es la primera respuesta que encontró a mano el equipo económico ante el desplome de los préstamos que se percibe en el sistema financiero, a pesar de que este mismo fenómeno ya les permitía a las entidades financieras contar con un buen colchón de liquidez. La tasa de plazos fijos mayoristas ya había caído desde el pico del 27% anual que había tocado en abril hasta un nivel de sólo el 21,1%; la de minoristas acompañó ese movimiento con algo menos de volatilidad, del 23% al 20,4%. Los bancos ya mostraban con esto que hoy prefieren dejar escapar ahorros antes que asumir costos que no podrán compensar con una buena colocación de créditos, por la falta de demanda y los topes de tasas de interés que impuso sobre éstos el Central a mitad de junio a instancias de Economía.

«El riesgo de seguir esta línea es que la expansión de pesos que termine volcándose al dólar total o parcialmente. Un dato para tener en cuenta es que la tasa de interés pasiva real se encuentra en niveles cada vez más negativos», comentó el economista de Fundación Mediterránea, Joaquín Berro Madero. Considerando los índices de precios que miden San Luis y de Capital Federal, la tasa de interés es de las más negativas desde 2004 hasta hoy: está 18 puntos por debajo de la inflación real.