Los bancos perdieron $3.800 millones de plazos fijos en pesos este mes. Y percibieron una fuerte demanda en la compra de de dólares y Lebac.

El dólar resiste y mantiene su lugar en el menú de los ahorristas argentinos, a pesar de haberse mostrado como una de las peores inversiones del último año. En los bancos estiman que en abril volvieron a repuntar las compras de divisas, que se contrajeron aún más las ventas y que en estos días ya empezó a notarse, además, una demanda incipiente de las empresas, ante la percepción de que la baja del tipo de cambio habría alcanzado ya un piso.

La dolarización es un fenómeno que empieza a contagiar a buena parte de la economía. Las compras de billetes por ventanilla y homebanking se ubican desde diciembre entre los u$s2.000 millones y los u$s3.500 millones, y la demanda ya alcanza los u$s15.000 millones en los últimos seis meses. Las divisas en cajas de ahorro ya son, por el blanqueo y el efecto Donald Trump, el doble que el año pasado y ya representan más de la mitad del dinero que tienen los bancos en estas cuentas de clientes. Y los préstamos en moneda extranjera, tanto de empresas como de particulares, crecen hoy a un ritmo del 130% anual, que es cuatro veces más rápido que el de los que se otorgan en pesos (26%).

El levantamiento del cepo, la flotación libre del tipo de cambio y las menores expectativas de inflación (si se las compara con las que tenía la gestión anterior) no alcanzaron a fomentar el ahorro en pesos en lo que va de esta gestión, uno de las factores principales que permitiría abaratar y alargar el crédito en la Argentina.

Frente a esto, los bancos locales ya tiene en dólares más de la mitad del dinero que tienen depositado en sus cajas de ahorro. Sólo los plazos fijos parecen hoy mostrar pocas señales de «dolarización»: los que son en moneda extranjera caen en u$s250 millones, y los que están en moneda local crecen $ 50.000 millones. Pero esto sucede, en gran parte, por el atractivo que despiertan desde hace tiempo las Letras en dólares del Tesoro (las Letes), que hoy tienen retornos de hasta 3,25% anual. Para quienes depositan las divisas, y a plazos similares, las entidades financieras ofrecen tasas menores al 1% anual. De esta manera, la participación de los plazos fijos en dólares sobre el total se mantiene prácticamente estable, en 13%, desde enero de 2016. Pero, en cambio, el stock en «Letes» crece sostenidamente y ya supera los u$s10.000 millones.

En abril se sintió, además, la primera caída del año en los plazos fijos en pesos: los bancos perdieron $3.800 millones en estos ahorros a pesar de que hoy la cantidad de dinero en la economía crece por encima del 30% anual. El comportamiento de este tipo de depósitos es otro indicio de la preferencia que tienen los argentinos por la Lebac o el dólar.

Para los bancos, la expansión del fondeo en dólares por sobre el que es en pesos limita la capacidad que tiene el sistema financiero para dinamizar el crédito. Esto porque, se sabe, las entidades sólo pueden prestar estas divisas a quienes generan ingresos en moneda extranjera, como los exportadores, o (desde el viernes) a las compañías argentinas que importan productos nacionales en el exterior. Por regulación del Banco Central, tienen prohibido destinar estos dólares a empresas o particulares que reciben ingresos en pesos. Esto sirve para evitar el descalce de monedas que se puede generar, tal como quedó demostrado en otras épocas del país y en otras economías, cuando se revierte el sentido del flujo de capitales de la economía y las divisas vuelven hacia el exterior.

Con todo, en los bancos ven ahora con mayor preocupación el ingreso de divisas que se ve diariamente desde afuera para aprovechar las tasas de Lebac. El llamado «hot money» (o también: «capital golondrina») habría superado en abril el pico de marzo, que había llegado a ser de u$s737 millones y tres veces mayor al de enero.

Los inversores extranjeros ingresan su dinero para participar en las operaciones que se hacen con estas letras de deuda en el mercado secundario. Reciben tasas en pesos del 24,% anual, en un escenario de tipo de cambio planchado y en un contexto global de bajos rendimientos.