El tope para comprar dólares en efectivo era de u$s 2500 mensuales.

La ventaja es que ahora se puede comprar dólares en cualquier banco, aunque no sea cliente, sin necesidad de hacer una transferencia. Se volverá a comprar al valor de las pizarras para conseguir el mejor precio.

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A las seis de la tarde del 31 de diciembre, cuando muchos cambistas estaban en sus casas preparándose para la cena de Año Nuevo, el Banco Central sorprendió al mercado con la circular 6137, de apenas cuatro renglones, que elimina la 6037. Establece que ahora ya no existe más tope para la compra o venta de moneda extranjera en efectivo, que era de u$s 2500 mensuales para residentes y de u$s 10.000 para no residentes. Por lo tanto, se terminó con el último resabio que quedaba del cepo cambiario.

Ahora, una persona podrá ir a cualquier banco y no sólo a aquel en el que es cliente para poder comprar divisas. Así, volverá a tener sentido la comparación de pizarras para ver quién tiene el mejor precio, que puede diferir bastante. Ayer, por ejemplo, las mejores cotizaciones las mostraron las pizarras del HSBC, BBVA Francés y Patagonia con $ 16,15 (el Ciudad también ofrecía $ 16,15 pero sólo por Home Banking, sino $ 16,20), y las más altas ICBC en $ 16,30, Macro en $ 16,40 y Piano en $ 16,50.

La novedad es que no se necesitará más el engorroso trámite de la transferencia bancaria, por lo cual muchas entidades vendían sólo a sus clientes.

Con esta nueva norma, que impulsa la liberalización del mercado de cambios, si un individuo se acerca con $ 1 millón en un bolso para comprar billetes podrá hacerlo, siempre y cuando pueda documentar el origen de los fondos, ya que sigue vigente el control por las normas de prevención de lavado de dinero. Se basan en el conocimiento del cliente, que se da por habitualidad, historia y carpeta, por los papeles que tenga para justificar esos fondos. Por eso, hay entidades que decidieron poner como límite la compra de u$s 5000 por persona si sólo muestra el DNI.

La vuelta de los ‘coleros’
Con las nuevas reglas de juego, volvió un clásico de la City: los ‘coleros’, como se denomina en la jerga financiera a aquellos empleados de cuevas del microcentro que se dedican a comprar dólares en los bancos para revenderlos en el blue.

Esto fue, justamente, lo que hizo bajar al billete, ya que las financieras pudieron así hacerse de vuelta de las divisas que se le habían ido por el blanqueo. Es que muchos de sus clientes que tenían plazos fijos en cuevas los retiraron para adherirse al sinceramiento fiscal y los mesadineristas se habían quedado sin reposición de ‘mercadería’. Se sumó la demanda estacional por las vacaciones.