El blues, cuyo significado musical se traduce necesariamente en melancolía o tristeza, bien puede tener un correlato en la solapada exaltación cíclica que ofrece la cotización del dólar blue.

Si el pecado original de los últimos años fue tomar el tipo de cambio oficial como un ancla inflacionaria y el consecuente retraso en su cotización fue lo que derivó en el cepo y una brecha cada vez mayor con el tipo de cambio paralelo, hay otras faltas menores que pueden merecer igual redención. Por ejemplo, en el extraño ciclo de calma devaluatoria que el BCRA parece haber adoptado en los últimos 100 días, puede percibirse, en estado embrionario aún, el germen de una nueva escalada en el tipo de cambio.

La pregunta clave es: si todos los precios de la economía han avanzado en estos 100 días un promedio del 20%, ¿por qué el tipo de cambio no lo ha hecho? La respuesta hay que buscarla, una vez más, en la inflación. Con un aumento de los precios de la economía tan elevado, el Palacio de Hacienda parece cada vez más proclive a volver a sus mandatos originales, aquellos que obviaron la cotización del dólar hasta que las reservas se vaciaron y no quedó más remedio que instrumentar restricciones.

Es cierto que a comienzos de enero la brusca devaluación que llevó el dólar oficial a $ 8 también impulsó fuerte al dólar blue. Pero inmediatamente después, el Banco Central eligió llevar a cabo tres medidas fuertes para frenar la escalada: subió las tasas de interés, lanzó un control de precios y obligó a los bancos a vender tenencias de dólares físicos y de los otros.

Después llegó la cosecha, empezaron a entrar algunos dólares y una tasa de interés atractiva en plazo fijo le dio a las familias y empresas algo de refugio a tanta tormenta inflacionaria sin caer en la barranca del dólar blue. Por ende, la cotización del billete informal dio marcha atrás hasta tocar un valor cercano a los $ 10.

Por otro lado, en los primeros meses del año el Banco Central también decidió ofrecerles más tasa de interés (mayor premio) a los bancos para que éstos le entreguen pesos, es decir, los retiren del mercado del crédito. Pero como crédito es, en parte, consumo, entonces sin crédito el consumo se cortó y, por ende, la actividad económica, que se nutre de aquella en forma contundente.

Si a una suba de las tasas el dólar blue tuvo una retracción, también fue motivado porque el Banco Central tuvo, durante 60 días, la política de no sumar pesos al mercado financiero y, en parte, restringir la emisión de pesos que le giraba al Tesoro para que éste solvente sus gastos. Pero dos señales parecen haber regresado: por un lado, el BCRA ha comenzado a emitir nuevamente en forma profunda motivado por una fuerte suba del gasto público; por otro, el “susto” recesivo que se traduce en menor creación de fuentes de empleo y, en pocos casos, en desempleo, hizo que el Gobierno le diera la orden a Juan Carlos Fábrega, el titular del BCRA, de recomenzar tibiamente a recortar las tasas de interés.

Es la señal, no el efecto: si comienza a bajar el “premio” que tienen las familias por ahorrar sus pesos, es probable que éstas decidan buscar otro refugio. Puede ser el consumo, sin duda; pero es probable que también sea el dólar blue, lo que dispararía el valor del billete nuevamente por encima de los $ 11.