Las dificultades en el mercado cambiario empiezan a crecer levemente y la clave vuelve a ser, de la misma manera que el año pasado, llegar con vida a marzo, el mes en el que estacionalmente ingresan los dólares de la cosecha de soja. Para sobrevivir hasta entonces, el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, resolvió atenuar el atraso cambiario y acelerar el dólar al mayor ritmo de su gestión: sólo en la primera quincena de este mes, el tipo de cambio oficial aumentó cuatro centavos y medio, de $ 8,565 a $ 8,61, y reflejó con esto una suba del 13,7% anual.
El incremento «anualizado» alcanza a duplicar los registrados en los meses anteriores y ya supera al de octubre, el primer mes de la era Vanoli, que había mostrado el mayor avance, del 10,8% anual.
Este deslizamiento es una segunda señal de Vanoli al mercado, que se suma a la incipiente baja de tasas de interés que impulsó ayer para todo el sistema financiero. El Central debe barrenar ahora con decisiones de política monetaria y cambiaria, más de fondo, un contexto que hasta ahora había logrado atenuar con el ingreso de divisas por el swap con China. En menos de cuatro meses las reservas del Central pasaron a estar conformadas en un 8,7% del total por yuanes, equivalentes a u$s 2.714 millones.
Vanoli insinúa ahora querer revertir, al menos levemente, el desequilibrio que todavía se ve en el tema cambiario y que alimenta las expectativas de una devaluación. Controlar este frente es la condición necesaria para iniciar un ciclo bajista en las tasas de interés, que apuntará a lograr un 2015 expansivo desde lo monetario, con una emisión de pesos que pasará a crecer este año del 20% al 29% anual, para reactivar la economía.
Con todo, un ajuste cambiario del 13,7% anual parece todavía modesto frente a una inflación que roza el 40%. El presidente del Banco Central consideró en su llegada que lograría desarmar las expectativas de devaluación conteniendo el tipo de cambio y convenciendo al mercado de que no tenía previsto hacer un movimiento mayor. Los ahorristas y las empresas se dejaron llevar más por la suba de precios y mantuvieron sus expectativas: el «blue» se ubica todavía en los $ 13,62, un 60% por encima del dólar oficial; y los particulares ya compraron en enero u$s 287 millones en las ventanillas de los bancos con la venia de la AFIP, casi un 15% más que en diciembre.
El plan de Vanoli es, entre otras cuestiones, mantener el dólar menos atractivo frente al resto de las alternativas en pesos que ofrece el mercado. El ritmo de devaluación se ubica todavía muy por debajo de los retornos que en el mismo tiempo ofrecieron otras inversiones en moneda local, como el plazo fijo (rinde un 20% anual), las acciones y los bonos. Las expectativas se siguieron reflejando en el mercado informal, donde el dólar escaló de los $ 13,10 a los $ 13,62 desde principios de diciembre hasta hoy.
«Confiados en la calma del dólar y la moderación de las presiones inflacionarias, Kicillof y Vanoli parecen tener la intención de brindar estímulos monetarios para dinamizar la economía. De ser cierta, la estrategia está condenada al fracaso: en las actuales circunstancias, eventuales inyecciones de liquidez no terminarían en un aumento de la demanda doméstica, sino en renovadas presiones sobre el dólar ‘blue’ y los precios», comentó el economista Federico Muñoz. Con la decisión de ajustar las tasas sólo entre 8 y 15 puntos básicos, Vanoli parece haber tenido en cuenta el frustrado recorte de 100 puntos básicos que se había hecho a fines de agosto pasado, y que se debió revertir la semana siguiente. Aun cuando la reducción de tasas sea gradual, en los bancos creen que un ciclo bajista tendrá poco éxito si el problema cambiario no está resuelto.