La necesidad de dólares, un escenario internacional benévolo, el fallo de la justicia inglesa por la deuda local, el efecto sedante del préstamo de China y capitalizar la expectativa del recambio político han decidido al Gobierno

Inversión extranjera en el país, exportaciones y deuda. Estas son, para ser simples, las tres formas que tiene un país de conseguir los dólares necesarios para pagar sus importaciones y sus vencimientos de deuda, entre otras cuentas. El cepo implementado a fines de 2011 y el atraso cambiario que tiene lugar hoy complicaron la primera y la segunda de esas vías. El default primero, los canjes de deuda inconclusos y el consecuente fallo del Juez Griesa a favor de un grupo de holdouts casi clausuró la tercera de las opciones.

Ahora, un giro en la intención de la Casa Rosada de comenzar a evaluar las ofertas para colocar deuda en el mercado londinense o, como dijo eufemísticamente Vanoli, «reducir el ritmo de desendeudamiento», se nutre de varios factores, algunos azarosos, otros no tanto.

– El primero es la urgente necesidad de reponer los dólares de las reservas del BCRA, que si bien se sostienen por encima de los u$s 31.000 millones, han necesitado de distintos ‘estímulos’ como los préstamos con China y el Banco de Francia, es decir, dinero que habrá que devolver en el corto plazo. Se necesitan más de u$s 50.000 millones para abastecer la economía argentina en 2015 y en octubre habrá que cancelar el Boden 2015 por u$s 5.500 millones.

– El segundo punto tiene que ver con el escenario financiero internacional y los bajos rendimientos para inversores: mientras los bonos a 10 años de Francia y España pagan 2,6% y 3,2% respectivamente, la Argentina colocaría sus bonos por no menos del 8,5% anual. Hasta Brasil y Uruguay pagan por sus títulos la mitad. El otro, es la sorpresiva declaración de Janet Yellen, titular de la FED, quien aseguró que aún quedan al menos seis meses de tasas bajas en EE.UU. Eso garantiza un costo de oportunidad menor para aquellos que se aventuren a la deuda criolla.

– El tercero de los factores habla la mecánica elegida para colocar la nueva deuda. Argentina no emite deuda en los mercados internacionales desde su multimillonaria cesación de pagos del 2002, pero hace unos meses, en diciembre, justo en la semana donde el precio del petróleo se derrumbó, naufragó a medias una operación del Gobierno sin intermediarios que buscó u$s 3.000 millones teóricos pero obtuvo u$s 286 millones. Ahora, en cambio, los propios bancos extranjeros han sondeado por cuenta propia –pero a instancias del propio Gobierno– el interés de los inversores en el Bonar 2024, en lo que será una colocación privada que podría escalar a u$s 3.000 millones, pero que deberá pagar una tasa por encima de la que marca el mercado (8,4% ahora, pero más de 12% hace algunos meses). Fondos como Quantum Partners, de Soros, y Knighthead Master, RGY y Hayman Capital ya serían de la partida en la suscripción de JP Morgan y el Deutsche Bank.

– El cuarto punto es clave: el bono y el mercado elegido para hacer la colocación le aseguran al Gobierno bajas intermitencias. Por un lado, hace apenas unos días, el magistrado inglés Guy Newey indicó que los títulos argentinos emitidos bajo ley del Reino Unido no pueden ser afectados por el fallo de Griesa. Esto le abrió las puertas al gobierno argentino para emitir en esa plaza. Por otro lado, el bono elegido –el mismo que se utilizó para pagarle a Repsol– retiene, entre sus características, la imposibilidad de que inversores estadounidenses puedan suscribirlo, si bien pueden comprarlo en el mercado secundario. Una fecha clave es el 3 de marzo próximo, cuando Griesa deberá decidir si Citibank puede pagar los vencimientos de los títulos bajo legislación nacional, y por ende si los bonos bajo ley argentina quedan fuera de la sentencia de Griesa.

– El último de los puntos obedece ya al mercado doméstico. Porque según sostienen algunos funcionarios, el ‘éxito‘ del swap con china por u$s 11.000 millones no fue solamente sumar reservas al BCRA, sino que esa decisión aplacó en forma contundente las especulaciones en el blue. En la City sostienen que si Argentina logra u$s 3.000 millones, las presiones cambiarias podrían ceder en el corto plazo.