En el microcentro, a pocos metros de la Casa Rosada, en plena calle Florida, se empieza a escuchar «cambio, cambio». Son «los lazarillos» encargados de guiarte a las cuevas

El discurso del presidente Mauricio Macri dando a conocer su decisión de recurrir a la ayuda financiera del Fondo para frenar la corrida contra el peso y asegurar la estabilidad económica y financiera del país, pilló al país por sorpresa

Macri realizó el anuncio después de que el valor del dólar superara los 23 pesos en el mercado mayorista, tras la subida hace dos viernes a 40% de la tasa de política monetaria dispuesta por el Banco Central y de que se tomarán otras medidas con el objetivo de contener la subida de la divisa estadounidense. Las condiciones del préstamo del FMI aún se están negociando en Washington, los costos serán altos. Habrá recortes donde más duele.

En el microcentro, a pocos metros de la Casa Rosada, en plena calle Florida, se empieza a escuchar «cambio, cambio». Son «los lazarillos» encargados de guiarte a las cuevas. Casas de cambio ocultas –e ilegales– donde conseguir dólares, pesos, euros y reales a precio preferencial. Aunque ahora es posible cambiar dólares en los bancos argentinos –tras el fin del cepo al dólar impuesto por la ex presidenta Cristina Kirchner–, los trámites suelen ser más farragosos.

Estos «bunkers», están escoltados por policías, contratados de forma privada. En un bello centro, cuyos techos imitan la basílica de San Pedro, se oculta Casseto. Piso 11 en el lateral derecho. Hay que llamar a un timbre, te miran con una cámara, se abre la puerta blindada. Una sala de espera, y barrera, ésta de hierro, da paso a un laberinto de pasillos. Gente en pequeñas oficinas, coreanos contando con máquinas todo tipo de divisas.

Casseto, que asegura que mueven millones a través de paraísos fiscales y se lleva aproximadamente un 3% de las operaciones, no tiene el porte de un banquero normal. Camiseta negra, crucifijo de oro a juego con el anillo, pelo engominado y un palillo en la boca. «Por tradición, la gente confía más en nosotros que en la propios bancos, prefiere mover el dinero de forma paralela, si lo tiene que traer de fuera, lo ingresa en un banco exterior –Panamá, Hong Kong, Suiza…– y luego se lo ponemos aquí para entregárselo en un bolso, en dólares generalmente. Le ofrecemos escolta, y con eso, haces todo tipo de transacciones, como comprar casas», explica Casseto. «Movemos más dinero que las entidades tradicionales. Es como la gente que guarda sus ahorros en el colchón. Es una tradición argentina que continuará. La gente no se fía de los bancos y más, después de la crisis del corralito, cuando los bancos se quedaron con los dólares y luego, “los pesificaron” a un precio que ellos y el Gobierno, fijaron», asevera.

Los fantasmas del pasado sobrevuelan el albiceleste cielo de una forma cíclica. Dicen que Argentina está maldita, cada diez años, una crisis. Y ya toca, vaticinan «las malas lenguas».