Los banqueros dicen que la gente perdió el miedo a sacar sus dólares de cajas de seguridad y otros refugios para llevarlos a los bancos.

Se basan en los datos del Santander Río que pensaba captar US$ 150 millones en el primer mes del lanzamiento de sus plazos fijos a tasa de 4,75% anual y ya lleva más de US$ 600 millones.

El dato adicional, e interesante, es que ese monto no se formó con grandes depositantes sino que buena parte son por colocaciones del orden de los US$ 15.000.

Pero los banqueros también reconocen que los pequeños ahorristas todavía no se atreven en forma generalizada a dar el segundo paso, que sería desprenderse de sus dólares para pasar a depósitos en pesos por plazos largos.

¿Será porque creerán que el dólar le podrá ganar a tasas del orden del 27 al 30% anual?, ¿o porque desconfían de que con ese nivel de tasa lograrán salvar sus ahorros de la inflación?
Desde ya que no hay una respuesta única ni dentro ni fuera del gobierno.

El presidente del Banco Central ya adelantó que su política estará enfocada a bajar la inflación y, si bien no lo especificó, su accionar indicaría que su pronóstico inflacionario para el año condice con el del ministro de Hacienda que lo ubicó entre 20 y 25% este año.

Así, Federico Sturzenegger trabaja para que la cantidad de dinero que circula más los depósitos en cuenta corriente en los bancos (base monetaria) apunten a un crecimiento del 20 al 25%, lo que implica una fuerte baja respecto del crecimiento del 40% con que venía del año pasado.

El resultado es que el Central colocó letras para absorber $ 90.000 millones y, para hacerlo, empezó pagando tasas de 38% anual para terminar anteayer pagando 30,75% en el plazo más corto.

Haciendo un promedio grueso es que para sacar esos $ 90.000 millones de circulación, Sturzenegger se compromete a pagar 30% anual, un taxi difícil de sostener pero que, además, tiene impacto sobre el mercado cambiario y que determina que el Central deba transitar por un sendero muy estrecho en las próximas semanas.

A 41 días del comienzo del levantamiento del cepo los mercados parecen haber llegado a un cierto equilibrio con un dólar algo por debajo de los $ 14 y con las tasas de interés en 30% anual pero, sin embargo, en la última licitación de letras el Central aplicó una nueva baja de la tasa cómo queriendo decir que espera un dólar más alto.

En el sendero estrecho, cualquier baja de tasa dejaría margen para un avance del dólar que, a su vez, está lejos de lo que espera el sector político del gobierno.

En otras palabras: si Sturzenegger volviese a subir las tasas y el dólar cediese posiciones para acercarse a los $ 13 recibiría las críticas del campo y los exportadores que creen que la devaluación se quedó corta.

Pero, si como ocurrió, el Central mantuviese su política de baja de tasas y el dólar llegase a escalar algunas posiciones, las críticas provendrían de los funcionarios que se aprestan a iniciar las discusiones paritarias y que lo que menos desean es un dólar inquieto que, a su vez, traslade inquietud sobre los precios de los alimentos y la inflación.

La anticipada fuerte suba de las tarifas de la luz para muchos usuarios de la Capital y el GBA, los aumentos de las naftas y los peajes ya parecen suficiente carga, especialmente, para el índice inflacionario de marzo cuando, también tendrán impacto, las tradicionales subas que deben afrontar las familias con el comienzo de las clases.

Es por eso que la apuesta de los mercados es que el dólar transite en torno de los $ 14 pero con la mirada puesta en que lleguen rápido los US$ 5.000 millones del préstamo que los bancos extranjeros le harían al banco Central que, según dicen gobierno y banqueros, se estaría demorando sólo porque los abogados están extremando los cuidados de la operación.

Aunque el mercado no denota escasez de dólares, ese préstamo podría actuar de respaldo para un Banco Central interesado en hacer crecer las reservas pero no en emitir pesos contra los dólares que entren.

Y así hacer más sólido el sendero cambiario hasta fines de marzo cuando comiencen a entrar los dólares de la exportación de maíz sobre las que hay algunas dudas en las últimas semanas. La sequía estaría afectando a la zona núcleo del cereal.

Mientras tanto, y alejados de las disputas entre el gobierno y los gobernadores por la plata para las provincias o con los gremialistas por el inicio de las negociaciones salariales, los bonos argentinos siguen dando muestras de que afuera hay apetito financiero de inversores grandes.

Los bonos argentinos que cotizan en el exterior se defienden bien de la fuerte caída de mercados que afecto al mundo en las últimas semanas y que tuvo como ícono el derrumbe del precio del barril de petróleo que quebró en varias oportunidades el “piso” de los 30 dólares con un caída de 60% en los últimos seis meses.

América latina no se salva de la caída y buena parte de los países vecinos están sufriendo consecuencias financieras que la Argentina podría surfear con algún éxito.

Un párrafo de un informe reciente del Estudio Bein le pone marco técnico a este momento al decir: “A contramano de los países de la región, que fueron por el camino de la deuda (“populismo financiero” y las metas de inflación (“dominancia monetaria”), y que ahora exhiben un aumento en el costo financiero frente a la salida de capitales; la Argentina, que priorizó un esquema de financiamiento monetario del Tesoro y un uso de reservas para achicar la deuda (“dominancia fiscal”) a costa de una inflación más alta (“populismo inflacionario”) viene comprimiendo los “spreads” de tasas de interés desde arriba, frente al cambio en la orientación de la gestión de Gobierno y la baja deuda heredada”.

En otras palabras, mientras ahora los capitales salen de los países vecinos, están entrando a la Argentina en la convicción de que es un país con baja deuda y que pagará.
Esa creencia se ve en los números. Los bonos argentinos que antes ofrecían tasas superiores al 10% ahora lo hacen en el entorno del 7% anual.

Una tasa que sigue siendo alta, por caso Chile pagó anteayer 3,4% por una colocación a 10 años, y que representan un imán para los capitales especulativas del mundo que buscan renta.
Seguramente se trata de capitales lábiles pero que, para el momento y el contexto, resultan bienvenidos