Dueños de locales cerrados por la cuarentena encontraron nuevo oficio. Disputas de barras bravas por el control del negocio de los arbolitos en esquinas estratégicas calentó el negocio, a niveles «brecha»

En Florida, entre Corrientes y Lavalle, se pueden ver más arbolitos que peatones. Todos con barbijo y con algún tipo de permiso por 24 horas que tramitaron por la web, para el cuidado de personas mayores u otro tipo de excusa.

Empiezan a llegar a las diez y media de la mañana: el mercado del dólar blue abre a las 11 y apenas a las 11.30 se va «formando precio», de acuerdo con el comportamiento previo del dólar MEP y del contado con liquidación, el sistema mediante la cual se forma el precio del billete informal. El mercado cierra a las 16, así que todos los que van a comprar antes de las 11 o después de las 16 tendrán que pagar sobreprecio, porque los cambistas deben cubrirse en las dos puntas, tanto si abre para arriba como si lo hace para abajo.

Cada arbolito tiene su lugar inamovible, algunos sobre la franja derecha, otros sobre la izquierda y otros más en el centro de la peatonal, alrededor de un kiosko de diarios, de una florería o de una galería comercial.

Hasta hay dueños de locales de dentro de la galería que salieron a la calle como cambistas, ya que no pueden abrir sus negocios. Pero tienen calle y conocen a todo el mundo. Así es que con un capital de u$s 1000, se ponen a hacer operaciones.

Con las persianas caídas, el pago de la renta y las expensas del local van comiendo sus ahorros, cuenta un locatario a El Cronista mientras llama al servicio de Internet para quejarse del corte de servicio por falta de pago de las últimas dos facturas. «Cambio, cambio, pago más. Casa de cambio, dólares, euros, reales», ofrece a un transeúnte.

Cuentan que a los primeros que vieron volver fueron los de una cueva que se atribuye a una de las más poderosas barras bravas, que, dicen, tiene oficinas en Florida entre Sarmiento y Perón, junto a otros varios arbolitos que trabajan para ellos. En Florida y Lavalle los arbolitos hablan incluso de que hubo un clásico de clásicos: sus archirrivales se habían querido meter en el negocio cambiario que en esa misma esquina, pero el desembarco habría sido rechazado. Barras de otro club del Oeste se asentaron sobre Florida, llegando a Galerías Pacífico.

Géneros y especies

El blue hoy tiene un costo extra por el delivery, ya que una moto de mensajería cobra $ 400 para este tipo de trámites. Deben llevar efectivo y ser de confianza, y lo incorporan al precio. Parten la diferencia con el cliente, y pagan $ 200 cada parte.

Hay dos tipos de arbolitos: el cuentapropista, que maneja su propio cash, tiene comunicación directa con el corredor, que le pasa la punta vendedora, que ayer cerró en $ 127. O sea, si le venden en $ 127, él venderá en $ 130, para ganar $ 3 por dólar. Todo depende del monto.

También del tipo de billete: hoy los únicos que valen el 100% son los u$s 100 de Franklin con «cara grande». A los de cara chica de u$s 100 se le descuenta 5%, porque sólo se los acepta en los Estados Unidos. Lujos de la cuarentena y del cepo, porque si uno los deposita en el banco, acá tienen obligación de tomarlos.

Los de u$s 20 y de menor denominación siempre cotizaron $ 3 menos. El de u$s 50 ahora también entró en ese grupo.

Para los pesos, si son billetes chicos (menores de $ 100) se les cobra el mismo recargo, aunque todo es negociable con el cambista. Es cuestión de regateo y de comparar precios.

Aunque varios arbolitos juntos suelen trabajar para el mismo mesadinerista. Estos «promotores cambiarios» suelen ponerse cerca de alguna casa de cambio, para tentar con mejores precios a quienes van ahí, pero como ahora están cerradas, no tiene mucho sentido. Ellos van a comisión de lo que consigan recargarle al precio de lista que les pasa el jefe y ¡no tocan plata!: los derivan a una galería donde se concreta la operación.

Ya no se pasa más a la oficina, sino que bajan y hacen el cambio en la puerta. Pero con barbijo.