Dos estudios afirman que de ser necesaria, la corrección siempre se efectúa luego de las votaciones y que el que las impulsa puede perder el puesto
Advierten que el blue puede subir más del 10 por ciento hasta fin de mes. El dólar blue cotizó a $12,71 para la venta y logró revertir tres ruedas consecutivas de caídas
Ningún político incluye en su plataforma electoral una devaluación. Es que para el común de la gente esta posibilidad despierta todo tipo de temores, la mayor de las veces justificado, pues bien se sabe que el primero que sufre este tipo de medidas es el salario.
Al respecto, son bien conocidos dos artículos que argumentan que las devaluaciones no son buenas compañeras de las elecciones: incrementan las posibilidades de que el Gobierno no continúe en el poder e incluso aumentan las chances de que las autoridades económicas tengan que abandonar sus puestos al poco tiempo.
Richard Cooper, economista norteamericano que pasó por las Universidades de Harvard, Yale, y hasta fue secretario de Estado por un día durante la presidencia de Jimmy Carter, escribió en 1971 el artículo «Devaluaciones cambiarias en países desarrollados».
Una de sus tesis es que las devaluaciones aumentan las probabilidades de que el presidente de turno o el partido que está cargo del Ejecutivo dejen el puesto después del salto cambiario.
El ministro de Economía y/o el presidente del Banco Central también tienen más inestabilidad después de estas medidas. Según Cooper, el 60% de los ministros perdieron sus trabajos hasta un año después de la devaluación, mientras que el promedio de las rotaciones en estos puestos, sin salto cambiario, es del 18%.
Los argumentos de Cooper fueron respaldados por un artículo que en 2005 publicó Jeffrey A. Frankel, economista norteamericano, docente de Harvard y ex asesor de Bill Clinton. «Mi descubrimiento más relevante fue que los líderes políticos tienen el doble de chances de dejar su puesto hasta seis meses después de una devaluación», manifestó Frankel ante la consulta de Clarin.
Frankel evaluó 188 crisis cambiarias entre 1971 y 2003 en 103 países y aseguró que sus conclusiones aún siguen vigentes en 2015.
¿Cómo suelen manejar los gobernantes las devaluaciones?
Frankel encontró cuatro puntos que estuvieron presentes en la mayoría de los casos:
Los presidentes no suelen prometer que no va a haber saltos en el tipo de cambio, y si es necesario hacer estos comentarios, delegan esa responsabilidad en el equipo económico.
Los ministros de Economía tienen más probabilidades de dejar sus puestos después de una devaluación, si habían prometido que no se iba a registrar un salto cambiario.
Los gobernantes suelen postergar las correcciones cambiarias para después de las elecciones para evitar el impacto negativo que genera en el corto plazo y que no les haga perder apoyo popular antes de la votación. Lo que sucedió en Brasil en el verano es un ejemplo, Dilma Rousseff inauguró su segundo mandato con una devaluación del real.
Los nuevos gobernantes suelen realizar los cambios en el tipo de cambio al inicio de sus mandatos. Las razones son múltiples, desde que suelen asumir con monedas más apreciadas, cuentan con más capital político y porque todavía tienen tiempo hasta las próximas elecciones.
Uno de los debates detrás de estas conexiones entre las devaluaciones y el futuro de un Gobierno o de un funcionario es la efectividad que tienen las correcciones cambiarias como medida para fomentar el desarrollo y el crecimiento. Los saltos cambiarios suelen generar una redistribución regresiva del ingreso y el debate si es en el mediano plazo, estos efectos negativos se podrán compensar y hasta incluso superar por un aumento de las exportaciones y una posible sustitución de importaciones.
Según Clarin, Frankel agregó que la razón más importante por las cuales a veces las devaluaciones causan una recesión es porque el sector privado y público tienen deudas en dólares y después de una devaluación, es más caro conseguir las divisas.