La necesidad de muchos ahorristas dolarizados de tener que hacerse de pesos para afrontar erogaciones varias, choca con algunos desafíos como cuevas cerradas.

“Desencanutar” para pagar las cuentas. La necesidad imperiosa de muchos ahorristas dolarizados de tener que hacerse de pesos por estos días para afrontar erogaciones varias, que van desde el alquiler, pasando el pago de la tarjeta o impuestos, hasta la compra incluso de productos básicos, choca con algunos desafíos, tanto del mercado oficial, como de los alternativos, que le impone la actual coyuntura económica y sanitaria.

Con la hiperdolarización de los argentinos ocurrida en los últimos dos años, alentada por la inestabilidad macroeconómica constante, que devino en megadevaluaciones del peso, y consecuentes saltos inflacionarios, los ahorros para la gran mayoría de los que pueden acumular excedentes se tiñeron de “verde” a más no poder, ante lo cual el gobierno anterior debió restaurar el cepo cambiario, que mantuvo la actual administración del presidente Alberto Fernández. Ya con la pandemia del coronavirus entre nosotros, y la incertidumbre que conlleva este brote en distintos frentes, llegó la hora para muchos de comenzar a pesificar una parte de aquellos dólares para “pasar el invierno” económico, que paradójicamente se adelantó en casi tres meses a la estación propiamente dicha. Para hacerlo, sin embargo, se deben sortear ciertos obstáculos.

Por un lado, aquellos habitués de la plaza paralela de cambios se ven impedidos de vender sus tenencias ante el cierre generalizado de las cuevas, por efecto del aislamiento total y obligatorio dispuesto por el Gobierno. Pero, además, tampoco resulta ser un buen negocio cambiar las divisas por pesos a través de los homebaking ya que, desde que se implementó el impuesto PAÍS del 30% en diciembre pasado, la brecha entre los precios de compra y de venta del tipo de cambio quedó extremadamente amplia: en promedio llega a casi $25 ($61,61 / $86,59, según valores del miércoles). Una tercera alternativa es vender los dólares en la Bolsa, a través de la compra de un bono en moneda dura, y la posterior venta del mismo título pero en moneda local, transacción de la que surge el llamado dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos), o dólar Bolsa. Aquí, sin embargo, y en particular para las personas físicas (las jurídicas están exceptuadas) aparece una traba más: el parking, o la obligación de mantener cinco días hábiles en las cuentas comitentes (en las que se depositan títulos valores) aquellos bonos adquiridos en la Bolsa para luego una vez transcurrido ese período -el cual trae aparejado un fuerte riesgo en el actual escenario de gran volatilidad-, poder venderlos y hacerse de pesos.

Cuevas out

Por la cuarentena obligatoria, las cuevas que hoy funcionan se redujo a un grupo muy minúsculo, más allá de su eventual supervivencia en la clandestinidad. “Algunas bajaron sus persianas porque se redujo a cero la fluidez de turistas, en una city porteña que quedó en ‘modo desierto’, otras cerraron porque sus dueños son personas mayores, y algunas más porque no funcionan los bancos, a donde suelen acudir al final del día a depositar las divisas en cajas fuertes”, describió un operador que conoce de cerca el negocio informal. Lo cierto es que tal situación excepcional hizo que algunas cuevas se reconfiguraran, utilizando el canal del delivery como una salida momentánea a la crisis. Claro que por el riesgo que conlleva dicha modalidad, los spreads que ofrecen los ahora denominados en la jerga “divisas ya” son muy amplios, y en algunos casos llegan a los $10. Desde hace un par de semanas, no existe en este segmento una clara referencia de precios, más allá que han tendido a la baja en los últimos días ($83,50, según el precio del miércoles) tras haber tocado los $90, el pasado 18 de marzo, previo al anuncio oficial de la cuarentena obligatoria. Con los límites que trae aparejada la pandemia en este mercado, y dependiendo del monto del que se trate, “hoy muchos tratan de vender los dólares a familiares y amigos, a un precio levemente inferior de referencia”, acota un operador.

Parking

En momentos de alta fluctuación cambiaria, y cuando aún se podían comprar u$s10.000 por mes y por persona, las autoridades reguladoras del mercado durante la administración de Cambiemos decidieron imponer el parking, con el fin de cortar de cuajo cierta operación financiera (denominada rulo vip) que dejaba fuertes ganancias en cuestión de minutos. Básicamente, la transacción se iniciaba a partir de la compra de dólares en el mercado cambiario, con los cuales se adquirían bonos en moneda dura, para luego venderlos en su versión en pesos, lo que generaba un tipo de cambio mucho alto que el que se conseguía en bancos y casas de cambio (debido a que la brecha cambiaria se había despegado por el cepo). En otras palabras, se compraban dólares baratos en los bancos, y se vendían más caros en la bolsa, para después volver a efectuar la misma transacción (de ahí el nombre de rulo).

Ya con el cepo hard, cuyo límite de compra de dólares se redujo a u$s200 por mes y por persona, y con la entrada en vigencia del recargo del 30%, comenzaron a emerger en el mercado voces discordantes con la medida, por carecer de sentido en un contexto diferente al cual donde se había instrumentado (cepo light), por alentar los negocios en el mercado paralelo, y, en consecuencia, por limitar la circulación de divisas en el circuito financiero oficial. También objetan el hecho de que la disposición desalienta a invertir a fondos del exterior en activos argentinos, porque implica un riesgo implícito de mantener los bonos en cartera durante cinco días hábiles, en momentos de alta volatilidad bursátil. Pero las críticas se acentuaron con la actual coyuntura, donde se profundizó la necesidad de liquidar los dólares para hacer frente a obligaciones en pesos (algo que se evidenció en los precios del dólar MEP y del “contado con liqui”, que incluso llegaron operar por debajo del dólar turista la semana pasada).

Frente a este panorama, hace menos de un mes la Cámara de Agentes de Bolsa hizo un reclamo formal ante la Comisión Nacional de Valores (CNV) y el Gobierno para eliminar el parking. Desde allí, y tomando nota del rechazo que genera entre operadores e inversores, sumado al contexto económico apremiante, la CNV evalúa por estas horas eliminar la norma, de la cual también el Banco Central tiene injerencia, por tratarse de operaciones cambiarias. “Es un tema que está en análisis”, pero por el momento “no hay nada para comunicar”, reconoció a Ámbito una fuente del organismo que comanda Adrián Cosentino.

Para José Echagüe, estratega Consultatio Investments, “mantener el parking de los bonos es una invitación gigantesca a vender divisas a través del mercado paralelo, para que la actividad económica se vuelva todavía más informal. No tiene sentido. Hay que revisar esta decisión que quedó obsoleta”.

Por su parte, Rafael Di Giorno, director de Proficio Investment, recordó que “el parking es una medida que se tomó en una coyuntura específica, pero quedó totalmente desfasado. Hoy es una traba que impide que la gente use sus ahorros en dólares para pagar sus cuentas en pesos. Así se opta por ir al mercado informal o se sigue posponiendo pagos”. Y remató: “Lo lógico sería que lo quiten. Es una medida que incluso la implementó el gobierno anterior, por lo que tampoco debería haber un costo político de sacarlo”.

“Dada la situación actual, Argentina podría necesitar más que nunca captar dólares y que estos circulen por el sistema financiero formal, en vez del mercado paralelo. En este sentido, una de las mejores medidas que podría adoptar la CNV es la eliminación del parking, para no motivar a los ahorristas a ir en busca del dólar blue”, remarcó Sergio Morales, director de Morales Inversiones.

Por último, para Diego Martínez Burzaco, economista de Inversor Global,se trata de “una medida que no tiene razón de ser en el actual contexto, con un cepo feroz y un estrés financiero muy grande en el mercado de pesos”. Subrayó que “la sobre dolarización que hubo en su momento sería una fuente de financiamiento muy relevante en estos momentos”. A la vez, consignó que “si hay inversores que están dispuestos a invertir en activos argentinos también el parking desalienta todo ese tipo de operatoria porque implica un riesgo implícito de quedarte en bonos cinco días hábiles cuando sabemos la volatilidad que está teniendo hoy el mercado”.